El Nuevo Día

BOCADILLOS LINGÜÍSTIC­OS

- Aida Vergne

EL ASCENSOR ¿DE SU VIDA? —Perdone, ¿este es el ascensor de subida? —¡ No, de ninguna manera! He estado en otros mucho mejores. Bendito, ¿qué le puedo decir? Me consta pues vivo en un lindo condominio donde el ascensor (que tiene sus añitos), si no está dañado, está a punto de. No me molesta subir y bajar escaleras, al contrario, pero cuando uno viene con la compra (cada vez más liviana por el IVU), o cargada de libros (cada vez más pesados y caros) de la universida­d, la cosa se complica, y hasta se pone peligrosit­a. Y ni hablar de los vecinos que no pueden subir y bajar escaleras con facilidad... Pero dejemos la tragedia y los lamentos a un lado; ya se resolverá el asunto (más rápido que ligero; espero) y miremos el fenómeno lingüístic­o que es un tema más feliz. Si fuéramos a transcribi­r ¿Es este el as

censor de subida?, luciría como [¿es.és.tel.a.sen.sór.de.su.bí.da?]. Recuerde que en lengua oral todo sale de corrido; las sílabas se reorganiza­n de maneras insospecha­das. Por eso usted OYE algo así como lo que aparece entre corchetes. Los puntitos señalan las sílabas reorganiza­das en la cadena oral. Y ¿cuál es el chiste? Pues mientras el ascensor siga dañado, ninguno. El asunto es que el sonido de la [b] y la [v] es el mismo en español hace siglos. Por eso su vida y subida, en lengua oral, suenan exactament­e igual. Ya usted ve y de seguro entiende por qué el ascensor de subida no es el de mi vida. ¿Habrá ascensores de subida nada más? Da igual… todo lo que sube, tiene que bajar.

Profabocad­illos@gmail.com

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