El Nuevo Día

La fondista que corre en faldas

A punto de cumplir 68 años, María Adorno demuestra gran espíritu deportivo y competitiv­o

- Mildred RIvera Marrero mildred.rivera@gfrmedia.com Twitter: @mildredriv­era1

Río Grande. - Motivada por su cuñado, María Adorno Ortiz comenzó a correr cuando tenía 50 años y, aunque cerca de una veintena de familiares también se apuntó a las carreras, solo ella se ha mantenido ejercitánd­ose y participan­do en maratones.

Cuenta que este año ha corrido más de 20 maratones, los más destacados el Medio Maratón de San Blás, en Coamo, y el 10K del Teodoro Moscoso, en Carolina.

La mujer, que mide 5'3" y pesa 106 libras, explica que todos los días le da como 20 vueltas a la pista, aproximada­mente a las 4:00 p.m., pues es la hora a la que ha terminado en su trabajo y tiene un tiempo libre antes de asistir a las actividade­s de la iglesia que pastorea junto con su esposo, Luis Guadalupe Figueroa.

Precisamen­te, son sus creencias religiosas lo que determinó que corriera con falda, costumbre que mantiene hasta ahora, que está a semanas de cumplir 68 años.

Pero, que nadie se equivoque. Ni la vestimenta ni el ser una mujer mayor hace mella a la hora de competir con otros corredores y corredoras en su categoría y más jóvenes.

“Es igual. Competimos igual”, afirmó la mujer, quien trabaja a tiempo parcial en el Departamen­to de Obras Públicas municipal. “Yo empecé en un maratón en Yabucoa. Corrí con falda. Logré llegar última, pero llegué”.

De eso ha llovido mucho, y este año terminó las 13 millas del Medio Maratón de Coamo en dos horas y 8 minutos. Dice con orgullo que en todos los eventos que ha participad­o este año ha quedado en los primeros lugares dentro de su categoría.

“Solo me faltan once pueblos de la Isla en los que no he ido a correr”, declara la mujer, natural del barrio La Gloria, de Trujillo Alto.

De hecho, explica que los eventos del Puente Teodoro Moscoso y de Coamo son sus favoritos. “No me gustan los maratones llanos porque uno no cambia el paso”, señala.

Sobre su rutina de entrenamie­nto, dice que aprendió poco a poco.

“Aprendí a entrenar con los consejos de otra gente y leyendo libros de deportes. De todo un poquito, porque uno aprende de una gente que ha corrido primero que uno”, destaca.

Antes de correr, explica, calienta por 10 minutos y, al finalizar, estira los músculos.

Sobre su alimentaci­ón, afirma que nunca ha sido una persona de comer mucho, aunque hace las tres comidas. Comienza el día con una avena en el desayuno, acompañada de una multivitam­ina. Almuerza y come “y por la noche, chocolate con pan”, revela.

“Como bien. No me duele ni una uña. Tengo la presión en 100 sobre 60”, señala mientras mira el grupo de jóvenes que se ejercita a esa hora de la tarde en la pista del complejo deportivo Ovidio de Jesús.

Además de su empleo y de su labor religiosa, María trabajó como voluntaria en la escuela elemental Rosa Bernard durante 23 años. Comenzó cuando su hijo entró a “kindergart­en” y continúo laborando aun cuando su hijo y su hija menor hacía tiempo se habían graduado de ese plantel. Ofreció sus servicios hasta hace tres meses, cuando la mudaron a trabajar al centro del pueblo, lamentó.

“Siempre me ha gustado trabajar y ¿sabe qué más me gusta? trabajar con niños”, afirmó.

Respecto a otras personas mayores que deseen comenzar a correr, María aconsejó que hagan una “tabla” y anoten el tiempo que practican. Para lograr un buen desempeño, dijo que deben comenzar caminando 12 minutos y añadir uno o dos más todos los días. “Después de un mes, pueden salir corriendo”, asegura.

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La atleta corre cerca de una hora diaria, pero cuando se prepara para el 10 K del Teodoro Moscoso o el Medio Maratón de San Blás, entrena de manera intensa y corre 35 millas .
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