“OÍR” LO NO DICHO
Cuando otro habla no pensamos cuántas vocales o consonantes pronuncia, el número de sílabas, ni la cantidad de palabras que articula. Y es que no percibimos las oraciones como secuen
cias de sonidos individuales (aunque lo son), sino como unidades mayores. Sin embargo, en la cadena oral ocurren procesos fónicos, muchos de los cuales no percibimos. El habla normal informal es, dice Crystal, tan rápida, que más de la mitad de las palabras de una cadena
oral grabada no son reconocidas por un oyente si aparecen solas o fuera de contexto. El receptor las reconoce cuando las oye concatenadas e incluso puede repetirlas sin problema. ¿Por qué? Por que “oímos” sonidos que no están presentes. Para demostrar lo anterior, a una serie de oraciones grabadas se les removió un sonido electrónicamente; en su lugar se insertó una breve tos. Cuando preguntaron a los oyentes si faltaba algún sonido, todos dijeron que no. Incluso cuando se les explicó que un sonido había sido intercambiado por una tos, la mayoría no pudo identificar dónde fue el cambio. En otro experimento, a cuatro
oraciones grabadas se les eliminó la primera consonante de una palabra. Las oraciones fueron las siguientes: Se determinó que la [–asa] estaba en la mesa; Se determinó que la [–asa] estaba en el piso; Se determinó que la [–asa] estaba en la esquina. Todos “escucharon” taza, pasa, casa, respectivamente, “demostrando la influencia del contexto semántico y gramatical en los procesos de percepción”. Así es nuestra facultad del lenguaje. ¡Impresionante!