LOS CASOS insulares hoy
Este libro resulta imprescindible para todo el que quiera conocer la condición política de Puerto Rico
La relación entre los Estados Unidos y Puerto Rico siempre ha sido problemática, aunque no siempre lo ha parecido. A mediados del siglo pasado, el equívoco “pacto” entre ambos ocultó una realidad colonial de discrimen constitucional; el bienestar material de los años posteriores alentó la aceptación acrítica y masiva de una situación ilegítima a la luz no sólo del espíritu de la Constitución americana sino también de varios tratados internacionales firmados por EEUU.
Cuando esa nación adquirió un imperio colonial tras la Guerra Hispanoamericana, se debatió la legitimidad de conquistar y poseer tierras culturalmente ajenas. Prevaleció el impulso imperialista, que necesitaba un marco legal. Los casos insulares, llevados ante el Tribunal Supremo de 1901 a 1922, proveyeron ese marco para el gobierno de los nuevos territorios (Filipinas, Guam y Puerto Rico): se regirían por normas diferentes de las aplicadas a los territorios que se incorporarían a la Unión. Las islas se definieron jurídicamente como “unincorporated territories” y quedarían bajo el poder del Congreso, sin tener representación ante él. La ciudadanía americana concedida por la Ley Jones no cambió la situación.
A pesar de su importancia para las relaciones entre Puerto Rico y los EEUU, los casos insulares, que representan un hito legal codificador de la desigualdad, no son conocidos ni estudiados. Tampoco han sido revocados.
La Universidad de Harvard, cuna de los estudios sobre la doctrina de “no incorporación” adoptada por el Tribunal Supremo, convocó en 2014 una conferencia sobre el tema. Las ponencias -nueve ensayos iluminadores- se reúnen en este libro imprescindible para comprender la naturaleza y fundamentación de nuestra sujeción colonial. Nadie menos que el juez federal Juan Torruella afirma que se trata de “una condición inconstitucional que ha permanecido durante 116 años”. En su ponencia, Torruella señala los errores fundamentales de los casos, contrarios al precepto constitutivo del país: “la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos”, además de que contravienen a varios tratados internacionales. Sugiere una estrategia descolonizadora consistente en ejercer presiones económicas (establecer boicots) para que Estados Unidos reconozca la injusticia de su posición.
El ensayo de Christina Duffy Ponsa explica las percepciones absolutamente erradas de los autonomistas puertorriqueños tras el 98, cuando pensaron que Puerto Rico pasaría a ser parte de la federación estadounidense, garantizando así la autonomía recién obtenida de España. Consideraban al país del Norte como una “república de repúblicas”; pertenecer a tal modelo político no afectaría la identidad étnica ni cultural del puertorriqueño. Los autonomistas se desengañaron rápidamente de una equivocación trágica: el país fue so- metido a la ley marcial primero y luego a las restrictivas leyes Foraker y Jones.
Efrén Rivera Ramos, autor de “The Legal Construction of Identity”, sobre los casos insulares, señala que las decisiones pusieron la Constitución de los Estados Unidos “al servicio del colonialismo”. Propone, sin embargo, una solución política antes que jurídica.
Los ensayos de Rafael Cox Alomar, Andrés W. López y Carlos Iván Gorrín Peralta consideran los casos desde diferentes ópticas políticas: autonomismo, anexionismo e independentismo. En “The Ideological Decolonization of Puerto Rico’s Autonomist Movement”, Cox desmonta los mitos del autonomismo actual, basado en la anomalía de una constitución sujeta a otra (la de EEUU) y una que no solo no organizó al país políticamente (lo hizo “la otra”) sino que dejó en pie las disposiciones coloniales. Nos proporcionó más auto-gobierno, pero no más soberanía en un momento –la postguerra- que polarizó el mundo.
En “Puerto Rico and the U.S. at the Crossroads”, Gorrín Peralt alega que la situación colonial de Puerto Rico y otros territorios estadounidenses es contraria a los valores fundamentales de la nación americana y que hubo un equívoco deliberado en el proceso de formular el ELA. La ilusión de haber logrado la descolonización fue un “espejismo” basado en el engaño y la ambigüedad: “A la gente se le dio la oportunidad de consentir simbólicamente a la relación territorial. En el caso improbable de una negativa a dar el consentimiento, la relación colonial hubiera continuado de todas maneras.”
El profesor examina la trayectoria, en el siglo XX, del derecho de los pueblos a la auto-determinación y de los tratados internacionales firmados por Estados Unidos que reconocen expresamente el concepto. Con ello concluye que la relación actual entre Puerto Rico y Estados Unidos es “ilegítima bajo la ley internacional”.