Poesía de ayer y de hoy
La propuesta es osada; la realización, fascinante. En un acto de trasvase literario, el poeta Noel Luna “traduce” (re-formula, re-presenta) una serie de poemas griegos de la Antigüedad, tomados de los XV volúmenes de la “Antología griega” (o “Antología Palatina”) que se compusieron a lo largo de los siglos que van desde el período clásico de esa literatura hasta la época helenística. La mayor parte son epigramas, (poemas breves, generalmente satíricos y sentenciosos, que describen, comentan o critican una situación social).
Luna, como un Pierre Menard de la poesía, transforma con su mirada contemporánea el impacto de versos antiguos, infundiéndoles nueva y vigorosa vida a partir de una sensibilidad compartida con la de hoy. La reconocemos en el elogio del silencio de Páladas: “De todas las cosas/ que aprende el humano/ callar es sin duda/ la más importante”, o la expresión del deseo de Calímaco: “Semejante, mi deseo/ persigue lo que se escapa,/ desprecia lo que se entrega” .
Un poema como “Elogio de la carta” revela la gran conquista que supuso la comunicación escrita, tan relativamente nueva entonces, tan compleja hoy, aunque igualmente consoladora: “La Naturaleza/ se las ingenió/ para mantener/ juntos a los buenos/ amigos lejanos:/ la pluma, el papel/ la tinta, las letras/ del abecedario,/ consuelos de quien/ distante te extraña”, escribió Páladas y repite Luna.
El amor –entonces y ahora- supera edades e implanta sus estrategias: “Tu otoño supera/ cualquier primavera,/ tu invierno es más cálido/ que ajenos veranos”, escribe Paulo el Silenciario. Y Estratón de Sardes: “Si al besarte/ te ofendo,/ si besándote/ te insulto/...desquítate/ sin miedo/ con la misma/ moneda:/ castígame/ y mátame/ a besos”.
La antología, dividida en 7 partes por razón del tema, toca muchos registros. Hay imágenes extraordinarias, como la del delfín que compite con su propia efigie en un poema de Ánite: “Ya nunca alzaré de nuevo orgulloso/ mi altiva cabeza del fondo del mar/ repleto de naves ni resoplaré/ contento de ver pintada en la proa/ del barco del cual veloz equidisto/ mi imagen exacta que nada ligera/ en fiera carrera buscando vencerme...”. Otros se asemejan a las fábulas de Samaniego por su proyección simbólica y la presencia de animales. Aún otros se revisten de ironía, como el de Antimedonte (y Luna): “Al beber unidos/ esta noche somos/ sumamente humanos./.../ Mañana temprano/ de nuevo despiertan/ las bestias que somos...”
Algunos poemas son misóginos; otros vulgares e insultantes; aún otros se refieren a la muerte. Los hay de talante estoico y los hay reflexivos (“La vida es teatro/ actúa con gusto/ o sufre tu rol” – Paladas). Los tópicos de la Antigüedad - la dorada medianía, la reflexión sobre el tiempo, la necesidad de conocerse a sí - encuentran ecos contemporáneos.
De gran complejidad y ambición literarias, esta antología es una de las apuestas poéticas más afortunadas de los últimos tiempos. (CDH)