¿Se repetirá el milagro?
Creo que no. Pero de sueños de viven algunos, a quienes respeto y me niego a llamarles ilusos, y, por tanto, les alimento un poco su optimismo, recordándoles que en los Preolímpicos de 1997 y 2007, Puerto Rico pasó a la segunda ronda con récord de 0-3 y ambas veces dio un batacazo al ganar medalla de plata en Montevideo, perdiendo la final con Estados Unidos; mientras en Las Vegas capturó el bronce en un emocionante desafío con Brasil.
En la contienda uruguaya, efectuado en El Cilindro, una nevera en pleno invierno, la escuadra boricua, con Carlos Morales como timonel, empezó perdiendo ante Venezuela, dirigido por Julio Toro, y posteriormente surgieron otros dos traspiés; pero en la fase posterior se resarció con triunfos contundentes, particularmente ante los uruguayos, actuando Casiano de verdugo con sus triples y buenos desempeños de Fico López, su cuñado Quijote, Piculín y Mincy, quienes estaban en la etapa pico de sus carreras internacionales, cayendo por el oro con los estadounidenses, 95-86.
Diez años más tarde, en la capital de los juegos de azar, medio país pidió la cabeza de Manolo Cintrón, que había heredado la batuta de su amigo y mentor, Toro, y no olvido que estando yo allí escribí una columna dándole un espaldarazo porque no era de hora de decapitaciones y sí de apretarse los testículos; y vinieron éxitos frente a brasileños, venezolanos y canadienses, entrando al Final Four de forma sorprendente y con Arroyo y Ayuso colosales en ofensiva.
Esta vez, sin embargo, la Se- lección no posee el armamento de antaño y la cuesta se hace más empinada, ya que la falta de estatura achica las oportunidades de victoria; amén de que es un conjunto muy predecible, en el cual todos los rivales centran su defensa dura en Barea, porque es quien mueve la rueda del ataque, y aún así amaneció ayer como líder de asistencias, con 7.0; tercero en anotaciones, 19.8, tras el argentino Scola y el mexicano Ayón; primero en disparos de tres, con 13 en 25 intentos; y cuarto en porcentaje, con 52.0; pero nadie le gana en golpes recibidos, con el agravante que los referís muchas veces miran para otro lado porque les han declarado ‘non grato’ por quejoso, cuando en realidad todos los adversarios han usado su cuerpo de ‘punching bag’ sin ser boxeador.
Estoy seguro que con Harkless y Collier, en continuo mejoramiento, se habría ganado, al menos, un juego más, y cuidado si dos, ya que la carencia de rebotes y puntos en la zona pintada han vestido de luto los pizarrones.
Ahora vienen en sucesión, México, que por ser anfitrión tuvo el derecho de escoger su primer rival y con el permiso arbitral de que Ayón haga y deshaga; República Dominicana, con gran talento y dirección mediocre; Panamá, bajo la férula del boricua David Rosario, que ha hecho papel de gerontólogo con tantos viejos en su plantilla: 41 años de Rubén Garcés y 39 de Michael Hicks; y Uruguay, que juega tibiamente.
No puedo terminar, sin elogiar a Javi González, quien ni siquiera fue llevado a los Panamericanos de Toronto, y quien se ofreció como chata al lesionarse Barea en la serie versus Louisville University, y al final fue llamado por Pitino para reforzar la zaga al lesionarse Harkless, y ha dejado el pellejo en los minutos sudados en los tres últimos desafíos, dado que Carlos Rivera no atraviesa su mejor momento.
Concluyó, pues que siempre hay un hálito de esperanza, pero me parece que ni las oraciones del Papa Francisco, sin pretensiones de escarnio, abonarían a favor de un Seleccionado incompleto y escaso de pulgadas y fuerza, unido a un Pitino que no ha logrado pitar exitosamente en esta fiesta continental de FIBA, cuyos acordes musicales son distintos a los de la NCAA y NBA, donde él nada como pez en aguas tranquilas...