El Nuevo Día

La tarea de crear más puentes aéreos

- Rafael Lama Bonilla Editor de Negocios

Por más de una década, la industria aérea en Puerto Rico y el mundo experiment­ó una transforma­ción radical, sazonada por muchos dolores de cabeza, tanto para las compañías de aviación como para sus clientes. Afortunada­mente, el panorama hoy día, aunque no está exento de retos, pinta más alentador.

A nivel global, la industria aérea continúa creciendo aceleradam­ente, pese a que aún no goza de una rentabilid­ad consistent­e ni robusta, según destaca el informe Aviation Trends 2015, preparado por Strategy&, la división de consultorí­a estratégic­a de PwC.

Según datos de la Asociación Internacio­nal de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), estamos hablando de una industria que ha duplicado sus ingresos durante la pasada década, de unos $369,000 millones en el 2004, a unos $746,000 millones para el 2014.

Sin embargo, los márgenes de ganancia son raquíticos, por debajo del 3%, según el informe de PwC. Esto sin duda va a tono con el crecimient­o que han tenido las aerolíneas de bajo costo.

Una mirada a cómo se ha comportado el mercado de Puerto Rico ayuda, en parte, a demostrar el tema de la rentabilid­ad. Tras las consolidac­iones de las principale­s líneas aéreas grandes, las llamadas “low-cost carriers” como Jet Blue, Spirit y Southwest tomaron el sitial de líneas como American Airlines.

Aún con los retos de este cambio de composició­n, cabe señalar que la expansión de estas líneas con nuevas rutas desde y hacia Puerto Rico fue medular para que la Isla mantuviese sus puentes aéreos abiertos. Y durante los últimos tres años, pese a la salida de Iberia, American Eagle y a la disminució­n de rutas de American Airlines, Puerto Rico ha logrado atraer nuevos jugadores, entre ellos Air Europa, Avianca y la expansión de Seaborne, que mudó su sede aquí buscando llenar el espacio que dejó American Eagle.

Hoy en portada, nuestra periodista Yalixa Rivera explora la expansión de Seaborne Airlines y ofrece un panorama sobre el crecimient­o de la industria en general. Dicha expansión, sin duda, es saludable para Puerto Rico, sobre todo en momentos en que nuestra clase empresaria­l abraza, hoy más que nunca, las oportunida­des de exportació­n más allá de los Estados Unidos.

Dicho esto, Puerto Rico tiene que seguir trabajando fuerte en esa ardua tarea de conseguir nuevas rutas desde nuestra Isla hacia América Latina, Europa y otros destinos.

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