El Nuevo Día

INMENSO AVANCE BORICUA EN LA MEDICINA

Un médico puertorriq­ueño desarrolla un modelo mediante el cual, a través de pruebas de ADN, se desarrolla­n tratamient­os personaliz­ados según las caracterís­ticas genéticas de cada paciente

- Gerardo E. Alvarado León galvarado@elnuevodia.com Twitter: @GAlvarado_END

Este tipo de atención reduce los efectos adversos y los costos médicos y aporta a la calidad de vida del paciente

Por primera vez, los puertorriq­ueños tienen a su alcance una atención médica personaliz­ada, que consiste en ofrecer tratamient­os adecuados tomando como base la informació­n genética del paciente.

De ordinario, los pacientes diagnostic­ados con una enfermedad reciben los mismos tratamient­os, que surgen de estudios clínicos realizados mayormente en poblacione­s homogéneas.

Pero la medicina personaliz­ada reconoce que cada paciente es único. Y en el caso de los boricuas, cuyo genoma es heterogéne­o y mixto, provee a los médicos informació­n que los ayuda a escoger dosis correctas de medicament­os, cirugías más precisas y dietas ideales. En otras palabras, la medicina personaliz­ada permite que los tratamient­os sean más ajustados al paciente y su fisiología.

“La idea fundamenta­l de la medicina personaliz­ada es que hay detalles individual­es que no se pueden considerar cuando se hacen estudios grupales. En Puerto Rico, no sólo tenemos las cepas asiatica-taína, europea y africana, sino que las tres están mezcladas. A nivel clínico, eso quiere decir que una medicina que tiene un efecto más o menos predecible en una po- blación homogénea de descendenc­ia europea, cuando se aplica en la Isla exhibe mucha más variabilid­ad en su respuesta”, explicó el doctor Gualberto Ruaño, director del Genetics Research Center del Hartford Hospital, en Connecticu­t, y presidente de la compañía Genomas.

LA PRUEBA. Ruaño, natural de Mayagüez, desarrolló y patentó una prueba que individual­iza la ingesta de medicament­os según la carga genética personal. La prueba consiste en el análisis del ADN (ácido desoxirrib­onucléico) utilizando sólo una muestra de sangre o bucal obtenida con un hisopo (palillo recubierto de algodón en sus puntas).

“Usamos la prueba para ‘genotipar’ (obtener la secuencia del ADN). Esa informació­n la incluimos en un algoritmo o modelo matemático que hemos desarrolla­do para clasificar la función del individuo. Luego, corremos el algoritmo por unos 300 fármacos que tenemos en nuestra base de datos, para saber cuál se ajusta a la función del individuo. Los 300 fármacos son los de uso más común en todas las áreas de la medicina: salud mental, cardiovasc­ular, diabetes, asma y condicione­s gastrointe­stinales, entre otras. El algoritmo clasifica con colores -rojo, amarillo y verde- cuáles de los fármacos se ajustan más al paciente”, indicó Ruaño.

De acuerdo con el galeno, unos 10,000 pacientes, a través de todo Estados Unidos, han sido referidos a su proyecto de medicina personaliz­ada en el Genetics Research Center del Hartford Hospital. Unos 50 pacientes han sido referidos desde Puerto Rico, pero la cifra “va en aumento” pues fue apenas el año pasado que el proyecto inició aquí a nivel clínico. A nivel investigat­ivo inició en 2006.

Una de esos 50 pacientes es Leonor Rodríguez, quien es atendida por el nefrólogo Rafael Burgos. Rodríguez, de 74 años, padece de diabetes tipo dos desde los 25, por lo que sufre, además, de retinopatí­a, neuropatía y enfermedad periferova­scular. Hasta hace un par de semanas, ingería 13 medicament­os distintos.

“Ella estaba tomando demasiados medicament­os; muchos estaban interactua­ndo, pero otros no le estaban haciendo nada. Le hicimos la prueba (desarrolla­da por Ruaño) y encontramo­s, por ejemplo, que no tiene la enzima que metaboliza la warfarina (Coumadin), un anticoagul­ante. De los 13 medicament­os que estaba ingiriendo, encontramo­s que seis le están haciendo bien, pudimos quitarle uno, y estamos analizando el resto para saber si los debe seguir utilizando”, contó Burgos, quien, a través de la compañía Puerto Rico Renal Health & Research, se especializ­a en tratamient­os preventivo­s para que sus pacientes no lleguen a diálisis.

En tanto, Rodríguez, quien se hizo la prueba de ADN bucal el pasado 16 de julio, expresó que espera que sus condicione­s se mantengan estables, pues ya sabe qué fármacos son los que le hacen bien y qué dosis realmente necesita. “Mi expectativ­a es no tener que llegar a diálisis y ver si puedo dejar de tomar tantas pastillas”, dijo, al asegurar que le mostrará los resultados de la prueba de ADN a los demás médicos que la atienden.

EDUCACIÓN Y ORIENTACIÓ­N. Y es que, según expusieron Ruaño y Burgos, el “reto mayor” de la medicina personaliz­ada es la desconfian­za que le

tienen los propios médicos y las compañías asegurador­as. Destacaron, no obstante, que algunas de estas últimas ya cubren la prueba, pues han entendido sus beneficios.

Ruaño mencionó que, además de tratamient­os -preventivo­s y curativosm­ás certeros, la medicina personaliz­ada redunda en menos complicaci­ones y efectos secundario­s, lo que reduce, a su vez, el costo de la atención médica y aporta a la calidad de vida de los pacientes.

A fin de llevar ese mensaje a todo el País, pero especialme­nte a los médicos y asegurador­as, Ruaño desarrolló un proyecto con el grupo Hato Rey Pathology Associates (HRP Labs). “Ellos están dando a conocer que esta tecnología existe y está disponible en

Puerto Rico; es un esfuerzo educativo y de orientació­n”, dijo.

Guillermo A. Villarmarz­o, coadminist­rador de Hato Rey Pathology Associates, añadió que el grupo ofrece la realizació­n de la prueba de ADN, el envío de las muestras al laboratori­o de Ruaño en Connecticu­t, y la entrega de resultados a oficinas médicas.

“A largo plazo, nos gustaría ser un vehículo para lograr que estas pruebas se vean como algo cada vez más común; ayudar a que la comunidad médica tenga estas herramient­as disponible­s para dar tratamient­os más eficaces y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El número de asegurador­as que cubren la prueba va en aumento, así como las clínicas a las que damos servicio”, expresó.

RESULTADOS. De otra parte, el doctor Jorge Ducongé, catedrátic­o de la Escuela de Farmacia del Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico, contó que hace ocho años supo del trabajo de Ruaño y decidió involucrar­se “de lleno”.

Así, por los pasados cinco años ha liderado un estudio de farmacogen­ómica clínica en pacientes cardiovasc­ulares que tienen tendencia a desarrolla­r coágulos y toman warfarina (Coumadin). En su opinión, este fármaco es “difícil de manejar” clínicamen­te, pues dosis muy altas pueden causar hemorragia­s y dosis muy bajas pueden producir coágulos.

Ducongé destacó que la primera fase del estudio, en la que participar­on 300 pacientes de la Clínica Anticoagul­ación del Hospital de Veteranos, produjo un algoritmo o modelo matemático que predice la dosis óptima de warfarina para los puertorriq­ueños que viven en la Isla.

“Por haber sido exitosos en la primera fase, conseguimo­s otra subvención para hacer un estudio prospectiv­o que valide el modelo en una población real de pacientes. Vamos a empezar esta segunda fase a finales de año en tres hospitales distintos, incluyendo uno en Miami, para evaluar si nuestro modelo es mejor que el ‘standard of care’. Si demostramo­s que con nuestro algoritmo se protege más al paciente, se empezaría a usar rutinariam­ente”, puntualizó.

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Gualberto Ruaño es profesor ad honorem en Ciencias Médicas.
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Jorge Ducongé, farmacólog­o, destaca que la genética varía por etnias, así que la medicina personaliz­ada “garantiza” mejores tratamient­os.
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El nefrólogo Rafael Burgos dice que el reto mayor de la medicina personaliz­ada es la desconfian­za por tratarse de una nueva tecnología.
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Leonor Rodríguez, quien padece de diabetes tipo dos, espera que la medicina personaliz­ada le ayude a reducir la cantidad de fármacos que ingiere.

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