Marc Anthony
Se entregó en cuerpo y alma a su público
Lo que tiene el público puertorriqueño con Marc Anthony es una atracción fatal. No importa cuántas veces se presente en la Isla, ni las pocas variaciones en el repertorio entre un encuentro y otro, la entrega es absoluta.
Basta con el asomo del cantante a la arena del Coliseo de Puerto Rico para que una masa de 15,000 personas –como la que asistió el viernes al primero de sus dos conciertos- se rinda a sus impecables interpretaciones, a sus juegos pícaros y a sus peticiones para que lo acompañen cantando y sacudiendo las caderas, convirtiendo el espacio en un gigantesco salón de baile.
Ese magnetismo es mutuo, porque no hay duda de la entrega del cantante desde que entona la primera nota hasta que su cuerpo abandona la escena. El corazón lo deja en la tarima y tratándose de su casa, Puerto Rico, su compromiso se desborda.
Lo revela en sus expresiones de asombro ante las extensas y repetidas ovaciones de pie en una misma noche; en cada nota alta que sostiene y con las que parece tocarle alma a cada uno de sus admiradores. Ni hablar del orgullo patrio que denota, sea cuando hace su gloriosa interpretación de “Preciosa” o cuando exclama “¡Mi gente!” en el clásico de Héctor Lavoe, o cada vez que hace referencias a la tierra donde crecieron sus raíces.
“Por fin aquí, en mi querido Puerto Rico”, expresó después de alborotar el recinto con el éxito radial, “La gozadera”, junto al grupo del momento, Gente de Zona. La banda cubana hizo el trabajo de energizar al público lo
“Esta canción no la puedo cantar solo porque la grabé con alguien ahí” MARC ANTHONY Evitando pronunciar el nombre de India en la introducción del tema “Vivir lo nuestro”
suficiente para que lo recibieran ya con los cuerpos calientes y dispuestos a rendir la hora y cuarenta y cinco minutos que duró el espectáculo.
“Me estoy dando cuenta de que a veces uno tiene que vivir alejado para apreciar ciertas cosas como los aprecio a ustedes y a mi querida patria”, continuó para dar paso a una de sus favoritas, “Flor pálida”. ¿Será porque el vídeo lo realizó con su esposa Shannon De Lima?
Un casual Marc Anthony estableció en un par de ocasiones que cantaría de lo viejo, lo nuevo y uno que otro invento, que realmente no quedó muy claro. Quizás fue cuando tomó las baquetas para lucirse brevemente en la percusión, muestra que fue absorbida por la descarga que hizo el bravísimo timbalero Jessie Caraballo. La intervención del violista Eddie Venegas, en un solo, fue otra agradable sorpresa.
El repertorio -que sumó 14 canciones, incluido un medley de tres baladas que otra vez le permitieron desplegar su capacidad vocal-, se concentró en lo viejo, en los clásicos que el público siempre le celebra y le va a celebrar. Pero, siendo el concierto que sigue al éxito de su más reciente producción “3.0” y que tantos temas ha colocado en la radio, debió hacer un mejor balance. Faltaron “Cambio de piel” e “Hipocresía”, por ejemplo.
El montaje, asimismo, mantuvo la simplicidad que caracteriza sus conciertos, aunque esta vez la tarima 360 grados fue un atractivo que él manejó a su antojo. Él caminó, corrió, brincó y coqueteó sobre ella, provocando la euforia de la fanaticada, en especial de las admiradoras femeninas que le gritaban frases como “eres mío” o les compartían sus tragos.
Estos elementos, comoquiera, no le restaron a la presentación, porque con ver a miles de personas en una verdadera “gozadera”, quedaba probado que él carga el show solo. A ello se suma la acoplada orquesta que siempre lo acompaña, elevando sus interpretaciones a un nivel estupendo. En esto contribuye Jean Rodríguez, hermano del cantante Luis Fonsi, y quien es parte de los coros.
Marc estuvo en su salsa de inicio a fin. Lució cómodo, enérgico, travieso... y también un poco suelto al hablar, lo que no molestó a juzgar por las reacciones. Aquel término que catapultó el excampeón de boxeo Félix “Tito” Trinidad en su victoria frente a Oscar De la Hoya (1999) lo pronunció en un par de ocasiones, aunque nunca lo completó.
Hubo un comentario innecesario cuando, evitando mencionar el nombre de la cantante India, hasta formó con sus manos la silueta de una mujer gruesa. Fue la antesala al clásico “Vivir lo nuestro”, para el que le pidió ayuda a las féminas.
“Es una canción que no puedo cantar solo porque la grabé con alguien ahí… Mejor me quedo callado. Esta noche no. Es que me dan ganas de… ¡Ay Dios mío!”, dijo a la vez que gesticulaba. La audiencia le rió la burla, que no era la primera vez que hacía.
El concierto cerró 15 minutos antes de la medianoche con la misma intensidad que comenzó. El éxito “Vivir mi vida” despidió a este monstruo de la salsa y la balada, que siempre lleva a cuestionar cómo esconde tanta voz en tan menudo cuerpo.
Marc Anthony “Me estoy dando cuenta de que a veces uno tiene que vivir alejado para apreciar ciertas cosas como los aprecio a ustedes y a mi querida patria”