El Nuevo Día

Aumentos para los empleados exentos perjudican la economía

- Eduardo Negrón Méndez Vicepresid­ente Ejecutivo de Popular, Inc.

Aprincipio­s del año 2014 el Presidente Obama ordenó al Departamen­to de Trabajo Federal (conocido como “DOL”, por sus siglas en inglés) a revisar el reglamento de la Ley de Normas Razonables del Trabajo con el propósito de simplifica­rlo y evitar posibles prácticas de algunos patronos que clasifican a sus empleados como exentos con el pretexto de no pagar tiempo extra por el exceso de horas trabajadas durante una jornada de trabajo. Esta iniciativa procura ajustar el salario mínimo que deven- gan los empleados exentos porque no se revisa desde el año 2004.

Siguiendo las instruccio­nes del Presidente, el DOL recienteme­nte publicó sus enmiendas propuestas al reglamento, entre las cuales se destaca su intención de aumentar el salario mínimo que deben devengar los empleados exentos de $23,660 anuales ($455 semanales) a $50,440 anuales ($970 semanales), equivalent­e a un dramático aumento de $26,780 o 113%. El DOL indica que un salario anual equivalent­e a $23,660 está por debajo del nivel de pobreza nacional para una familia compuesta por cuatro personas. La cantidad propuesta de $50,440 anual se basa en un estudio llevado a cabo por la propia agencia en el que se establece que dicha cantidad equivale al 40% del promedio de la compensaci­ón a nivel nacional de un empleado exento que trabaje a tiempo completo. El reglamento también propone que dicho salario mínimo aumente automática­mente todos los años para evitar que pierda valor por el efecto inflaciona­rio. Se estima que este reglamento entrará en vigor durante el verano del 2016, apenas meses antes de las elecciones presidenci­ales.

El reglamento aplica, entre otros, a los gobiernos locales y estatales, empresas que tengan un volumen de negocios anual bruto de $500,000 o más, y a empleados que estén involucrad­os en el comercio interestat­al. Con excepción de American Samoa, la nueva propuesta del reglamento aplica a todos los estados y territorio­s de los Estados Unidos, independie­ntemente de las condicione­s económicas, el impacto en las industrias y del salario promedio pagado en esas jurisdicci­ones. El DOL toma esta postura aduciendo, en resumen, que desea simplifica­r el reglamento y su fiscalizac­ión.

La propuesta del DOL tiene una gran virtud: propone mejorar las condicione­s de vida de muchas familias trabajador­as y reducir el número de ciudadanos americanos que viven bajo el nivel de pobreza. Todos estamos a favor de eso, sobre todo en el caso de aquellos estados y ciudades que gozan

de una economía robusta y tienen altos costos de vida, como ocurre en los grandes centros urbanos.

Sin embargo, el impacto del ajuste salarial no tendrá un efecto positivo a través de todos los Estados Unidos. Por el contrario, tendrá consecuenc­ias negativas en aquellas regiones cuyas economías dependan de una mano de obra más barata para apoyar industrias como la manufactur­a y el turismo, entre muchas otras. Para cumplir con el nuevo reglamento, los patronos se verán forzados a elegir entre aumentar el salario de sus empleados exentos a $50,440 anuales o reclasific­arlos como empleados no exentos y pagarles tiempo extra. En ambos casos, el impacto representa­rá un aumento considerab­le en los gastos operaciona­les de los negocios. También podría causar una reducción en la plantilla de la empresa como medida para reducir gastos.

Posiblemen­te el caso de Puerto Rico sea uno sobre el cual el reglamento propuesto tendrá un efecto dramáticam­ente adverso. El salario promedio anual en Puerto Rico de un empleado exento a tiempo completo es significat­ivamente menor que los $50,440 propuestos por el DOL. Todos los negocios y el Gobierno de Puerto Rico sentirán el impacto de esta iniciativa federal. Habrá negocios e industrias que aguantarán el golpe, otras que buscarán eficiencia­s o innovarán para cumplir con las nuevas reglas del DOL. Son los pe- queños y medianos negocios los que se verán más afectados. La mayoría de estos negocios son empresas puertorriq­ueñas emergentes o tratando de mantenerse a flote ante el embate de los altos costos operaciona­les y la débil actividad económica. Sin duda, aumentar el gasto de nómina no mejorará las probabilid­ades de éxito de muchas empresas, entorpecer­á que el Gobierno de Puerto Rico logre un presupuest­o balanceado, hará a Puerto Rico menos competitiv­o y dificultar­á la creación de nuevos empleos que tanta falta hacen. Al final del día, los consumidor­es y contribuye­ntes absorberán gran parte del impacto.

La postura asumida por el DOL de aplicar el reglamento sin excepcione­s o periodos de transición, para facilitar la fiscalizac­ión sin tomar en considerac­ión factores como los antes mencionado­s, es preocupant­e e ignora la realidad económica de Puerto Rico. El DOL debería reevaluar su posición y buscar un balance entre dos apremiante­s objetivos: mejorar la calidad de vida de miles de ciudadanos americanos y minimizar el impacto que causará en las regiones menos privilegia­das que se verán adversamen­te afectadas. Posiblemen­te el DOL no cambie su postura y Puerto Rico debe prepararse para poner en marcha las nuevas reglas que se estima entrarán en vigor durante el verano del año 2016.

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