La gente tóxica
Evalúa las relaciones disfuncionales en tu vida y toma acción
Los diccionarios describen la palabra tóxico o tóxica como algo venenoso, que puede causar trastornos de salud y producir efectos perjudiciales en los seres vivos. Cuando por accidente nos exponemos a un químico con mucha toxicidad, ya sea con poca frecuencia o por largos periodos en ambientes laborales o cotidianos, corremos el riesgo de deteriorar nuestro bienestar.
Similarmente, esta descripción puede aplicar a lo que sucede cuando nos relacionamos con las llamadas "personas tóxicas"; nos exponemos a daños emocionales y hasta físicos.
“Las personas tóxicas son aquellas que descargan en otros sus frustraciones, negatividad y problemas en general. Suelen ser personas en gran medida dependientes de otros, pues les resulta difícil afrontar las situaciones por sus propios medios. También suelen ser egoístas y carecen de empatía”, explica la psicóloga e hipnoterapeuta, Joan Marie Rolón Cortés.
Este tipo de conducta, agrega la psicóloga, se manifiesta a través de distintas personalidades, como por ejemplo, la persona negativa o pesimista y la envidiosa o ma- nipuladora. Todas presentan algún nivel de inseguridad, frustración, complejo y un mal manejo de las emociones. Por su parte, la psicóloga clínica, Viviana
Barrón, señala que “suelen ser individuos que tienden a menospreciar a los demás, individuos dominantes o sumisos que manipulan, mienten, controlan y presentan dificultad para comunicarse (ya sea de forma pasiva o agresiva)”.
El problema es que este tipo de personas ocupan un lugar importante en nuestra vida. Usualmente forman parte de nuestro círculo íntimo de amistades, nuestro núcleo familiar e incluso nuestra pareja, situación que podría impedir que reconozcamos rápidamente la realidad.
“Cuando estamos rodeados de personas tóxicas pueden surgir un sinnúmero de emociones negativas como la tristeza, coraje, miedo, frustración, sufrimiento, angustia, violencia y humillación”, menciona Barrón, como forma de reconocer las señales de alerta.
Mientras que en las relaciones “sanas” existe una buena comunicación, independencia y respeto entre las partes, factores clave que no se presentan en una relación tóxica, en la cual rige cierto grado de represión emocional, negatividad y ansiedad.
Del mismo modo, Rolón Cortés explica que no siempre estamos conscientes, es-
pecialmente cuando se normaliza la situación y se crea una fuerte dependencia emocional a través de los años.
“En relación a las amistades, podemos distinguir quienes son las tóxicas, pues cuando hablamos o compartimos con ellos podemos experimentar una sensación de agotamiento mental, coraje y en ocasiones puede llevarnos a incrementar los niveles de ansiedad”, añade.
Pero la psicóloga explica que no siempre estamos conscientes, especialmente cuando se normaliza la situación y se crea una fuerte dependencia emocional a través de los años. “En relación a las amistades, podemos distinguir quienes son las tóxicas, pues cuando hablamos o compartimos con ellos podemos experimentar una sensación de agotamiento mental, coraje y en ocasiones puede llevarnos a incrementar los niveles de ansiedad”, añade. Para Andrés (nombre ficticio para guardar su identidad) reconocer que su exnovia era una persona tóxica en su vida no fue un proceso sencillo. “Fue muy difícil porque en el momento no me di cuenta, no me percaté, sino mientras fue pasando el tiempo. Me hacía sentir súper incómodo, era bien difícil poder compartir con ella, el poder tener momentos buenos con ella, el poder lidiar con esa situación”, rememora.
La relación fue deteriorándose, mientras Andrés se seguía afectando, pues ni siquiera podía ser él mismo. La atención y todo lo que realizaban como pareja era dirigido a lo que ella deseaba.
“En un momento dado hablé con ella. Le dije las cosas que me estaban molestando, le dije cosas que quería que mejorara y cambiara, y así fue que enfrenté la situación”. Hoy Andrés dice que “gracias a Dios ya no está en la relación”, pues reconoce lo dañina que pudo ser para su vida.
ANTES QUE SEA TARDE. “Es importante que estemos alerta a las señales que nos permiten identificar las personas tóxicas en nuestra vida, ya que estar rodeados de estas nos limita en gran medida, produce molestias y podría desencadenar en conflictos externos o internos (a nivel emocional)”, sostiene Rolón Cortés. Mientras que la psicóloga clínica Valerie
Stipes recalca que “nuestro desarrollo y personalidad se puede afectar, más aun cuando la persona es muy cercana a nosotros”.
Según explica, este trato tóxico constante nos transmite mensajes negativos tales como “no somos suficientes”, “no somos importantes”, “nuestras necesidades y deseos van secundarios” y esto va afectando grandemente nuestra autoestima, nuestra energía y en consecuencia la manera en que vivimos y nos comportamos”.
Para lidiar con este tipo de personalidades y rodearnos de personas que no destruyan nuestro bienestar, es necesario poner límites claros en las relaciones interpersonales, mantener una comunicación asertiva donde se expresen las necesidades y deseos de ambas partes, cuidar el nivel de autoestima siendo responsables con nosotros mismos, haciendo actividades que nos llenen y limitar el trato continuo con seres dañinos a nuestra vida, aun cuando sean importantes para nosotros.
Luis (nombre ficticio) también ha tenido que lidiar toda su vida con una persona tóxica: su mamá. “Me di cuenta porque en mi niñez me contaba cosas que yo pensaba que para mi edad, que era un niño, aún no debía decirme porque eran problemas y temas de adultos que me hacían sentir triste. Me molestaba la actitud en que lo decía”, cuenta.
Al principio Luis no se percataba de la situación, pero sabía que la comunicación con su mamá lo “drenaba”. Fue una etapa en su vida donde no sabía cómo manejar el conflicto en su hogar.
“Aprendí con el tiempo a no prestarle importancia a la situación, pero siento que eso me afectó de una manera u otra porque no lo hablaba y eso fue peor. Aprendí a liberar esas malas vibras en la música, leyendo, meditando y compartiendo con otras personas”, cuenta.
Aunque aún tiene que lidiar en ocasiones con esas actitudes negativas, Luis entiende que en su interior, su mamá no reconoce que ese comportamiento afecta a las personas que ama y remite la situación a posibles condiciones que no se han trabajado de la mejor forma.
Y es que la estabilidad emocional de la persona que busca alejarse de seres tóxicos es clave para alcanzar esta meta, señala Rolón Cortés, tras resaltar que es importante que estemos seguros de nosotros mismos y para eso el autoconocimiento debe estar presente como una de nuestras prioridades.
“Una autoestima fortalecida puede convertirse en el 'antídoto' para la solución de la mayoría de nuestros conflictos. Cuando tenemos un nivel de autoestima saludable, somos capaces de establecer límites claros y así alejarnos de todo aquellos que vaya en contra de lo que somos y deseamos”, agrega la psicóloga.
Barrón, por su parte, enfatiza el amor propio para poder amar a los demás saludablemente, formando vínculos donde impere el respeto. “Muchas veces la dependencia, el miedo, la soledad, la victimización y hasta las falsas expectativas pueden acorralarnos y evitar que salgamos de estas relaciones. En estas situaciones es vital hacer una autoevaluación donde determinemos cuales son nuestros deseos personales y cómo podemos alcanzar la felicidad alejándonos de los individuos que nos hacen daño y luchando por nuestro bienestar”, recomienda.
“Es muy probable que al estar en una relación tóxica nos sintamos inseguros y perdamos la confianza en nosotros mismos,
así provocando sentimientos de culpa en donde nos creemos
que lo que nos sucede es porque lo merecemos, que la persona va a cambiar y le
tememos a la pérdida".
Viviana Barrón, psicóloga clínica “Aunque llevemos mucho tiempo relacionándonos con esta persona, debemos evitar y limitar ser parte de sus conductas disfuncionales. Si la persona no cambia o es muy tóxica, drenante y negativa para usted, considere cortar la relación, ya que luego tendrá el espacio para crear relaciones mucho más positivas y ricas en su vida”.
Valerie Stipes, psicóloga clínica