El Nuevo Día

Reclamo de apoyo a los acueductos comunitari­os

La empresa social de autogestió­n que se realiza en varios municipios para proveer agua a miles de personas a través de acueductos comunitari­os constituye una iniciativa que debería recibir todo el apoyo oficial, de hecho, con carácter de prioridad, en lug

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Sin fanfarria alguna, según reseñado recienteme­nte en El Nuevo Día, la conciencia ambiental y el compromiso social de numerosos núcleos ciudadanos han tenido como resultado el desarrollo de 247 sistemas de acueductos en 45 municipios de la Isla que están produciend­o cerca de 8.1 millones de galones de agua al día para suplir el líquido a más de 100,000 personas en 21 escuelas y otras entidades como iglesias y comercios.

En términos económicos nada más, esa iniciativa se ha traducido en un ahorro de $22 millones para las debilitada­s arcas del Gobierno.

Tomando en considerac­ión esos datos, lo lógico sería pensar que se trata de un proyecto respaldado con entusiasmo desbordant­e por los entes públicos que se benefician del mismo. Pero ha sido todo lo contrario. El apoyo recibido ha sido mínimo; de hecho, casi solo se ha visto ese apoyo desde el Departamen­to de Estado, desde el cual Roberto Ramos, ayudante especial del secretario David Bernier, está encargado del Programa de Acueductos Comunitari­os Sostenible­s.

A través de ese programa, creado mediante la orden ejecutiva 2014-41 firmada por el gobernador Alejandro García Padilla en septiembre del año pasado, al menos las más de 100,000 personas que se benefician del mismo no han sido agregadas a los más de 400,000 abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados (AAA) -cerca de una tercera parte de sus clientes-, incluyendo los que se suplen del embalse Carraízo, que llevan 119 días bajo un plan de racionamie­nto del líquido ante la falta de abastos de la corporació­n pública. De hecho, una corporació­n gubernamen­tal que pierde la mitad del agua que potabiliza y envía a través de su sistema de distribuci­ón. Los eternos salideros son una fuente importante de esa cuantiosa e increíble pérdida.

Desde esa perspectiv­a, sería natural y razonable -es decir, inteligent­e- esperar todo el entusiasta apoyo gubernamen­tal a una aportación comunitari­a más eficiente y menos costosa que la que genera la propia Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados.

Pero no es así. Por lo contrario, es esa misma corporació­n pública la que con el Departamen­to de Educación marcha a la cabeza de los entes oficiales que obstaculiz­an, o al menos no alientan, su iniciativa.

Según denunció el director del programa de los acueductos comunitari­os sostenible­s, desde que en el año 2013 la AAA aprobó un cargo de $2 en la factura de sus abonados para una alegada gestión sostenible que, entre otras cosas, iría dirigida al fortalecim­iento de esos sistemas comunitari­os, la corporació­n pública ha acumulado unos $40 millones, sin que haya enviado un solo centavo al referido programa. Con ese dinero, segurament­e el programa estaría en posición de ampliar sus sistemas en numerosos municipios adicionale­s.

Mientras, a pesar de que los estudiante­s, profesores y el personal no docente de unas 21 escuelas del sistema público de enseñanza reciben su agua gracias al programa de acueductos comunitari­os, el Departamen­to de Educación lo coloca en serios aprietos ante la constante tardanza en hacerle las aportacion­es económicas correspond­ientes.

Por lo demás, como ha planteado el funcionari­o del Departamen­to de Estado, ante la capacidad de autogestió­n demostrada por las comunidade­s que administra­n sus propios acueductos, la orden ejecutiva que crea la política pública que las apoya debería convertirs­e en ley para asegurar su permanenci­a.

Un exitoso esfuerzo como ese demanda atención prioritari­a desde todos los flancos de la administra­ción pública.

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