El Nuevo Día

Vence la barrera del silencio

Una estudiante universita­ria sorda logra escuchar tras operación costeada por la Fundación de Niños San Jorge El emotivo momento dio nuevos bríos a la joven, que nació con un síndrome y ya se ha sometido a 25 operacione­s

- Gloria Ruiz Kuilan gruiz@elnuevodia.com Twitter: @gruizkuila­n

Con timidez y dejando escapar una carcajada, Tiffanny Ann Sierra Hernández, respondió con un “¿hello?” luego de que se le preguntara: “¿Oyes bien ahora? ¿Sientes alguna diferencia? Habla, a ver ¿cómo sientes tu voz?”. Otro mandato siguió a la respuesta: “Cuenta del 1 al 10”.

Tiffanny dijo los números con una amplia sonrisa mientras sus ojos se llenaban de brillo producto del deseo de llorar que, sin embargo, logró con- tener. La universita­ria, de 18 años, se mantenía mirando a su mamá, Gloria Hernández Guzmán, como si fuera el motor de su fortaleza.

Tras hacer el conteo de manera pausada hubo nuevas preguntas para Tiffanny como: “¿Te escuchaste?”.

Tanta insistenci­a en querer saber có- mo se escuchaba no era un ejercicio fortuito. Por primera vez, Tiffanny escucharía su voz y la de los demás tal y como son, con su ritmo, su timbre y sus inflexione­s. La joven recibió, el pasado 7 de agosto, un implante óseo integrado que le permitiría escuchar.

Tiffanny, quien nació con el síndrome Treacher Collins, se ha sometido a 25 operacione­s, reveló su progenitor­a con un aplomo envidiable. Contó que su hija, la segunda y única mujer de tres hijos, soñaba con escuchar. El síndrome que padece Tiffanny es una enfermedad genética que le provoca problemas en el rostro por cambios en uno de tres genes. Tiffanny nació sin orejas, sin el hueso de los pómulos y sin canales auditivos.

“Ella me decía ‘no escucho mami’. Ella no sabía que las voces eran diferentes. Me decía ‘yo quiero aprender, no escucho al maestro. Quiero ser oyente’”, sostuvo.

Y gracias al implante puede escuchar como lo hace cualquiera, dijo el otorrinola­ringólogo pediátrico, Carlos González Aquino, quien operó a Tiffanny.

UNA POSIBILIDA­D REAL. Sostuvo que este tipo de operación permite que personas que nacen sin el canal del oído, o con mal formacione­s del oído medio, puedan escuchar a través de un implante (imán) que se adhiere al cráneo en la parte trasera de una oreja. Se conoce como BAHA (Bone Anchored Hearing Aid), un aparato receptor y transmisor de sonido que se fija a través de una especie de tornillo osteointeg­rado al cráneo y transmite el sonido por vibración hacia el oído interno.

En Puerto Rico, no hay estadístic­as sobre la cantidad de personas que padecen condicione­s de esta naturaleza y que requieran un implante BAHA, dijo González Aquino. Pero a nivel mundial, 275 millones de personas sufren alguna discapacid­ad auditiva, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

“En el caso de Tiffanny, el oído externo (la oreja) no se desarrolló y el oído medio no se desarrolló correctame­nte, pero el oído interno, donde está la cóclea y el nervio sí se desarrolla­ron de manera normal. Así que lo que hace el implante es que pasa el sonido directo a la cóclea, que permite escuchar”, explicó.

“Ella tenía un audífono sobre la piel. Podía escuchar palabras. No oía las inflexione­s. Ahora, ella nota que la voz de la mamá es diferente a la mía. Ella entendía las palabras, pero ahora tiene inflexione­s, distintos tonos. Puede entrar a un ‘mall’ y escuchar el bullicio”, agregó González Aquino sonriendo en evidente complicida­d con su paciente.

Mientras examinaba a Tiffanny ambos mostraban una perfecta química producto de años de continuas citas médicas e intervenci­ones quirúrgica­s. Solo así se podía entender que Tiffanny, además de querer escuchar su voz, anhelaba escuchar la del galeno.

“Como hombre, profesiona­l”, así describió la voz del médico cuando lo escuchó con la ayuda del BAHA. Esto provocó risas entre los presentes en el consultori­o médico que no apartaban la mirada de Tiffanny.

Como si fuera un bebé dando sus primeros pasos, Tiffanny exploraba el sonido de su voz. Dijo los días de la semana, su nombre y su edad con mucha timidez. “No sé que decir”, se le escuchó afirmar en un momento dado.

“Es normal que se sienta así. Todavía está nerviosa, pero luego se sueltan y hablan, hablan”, dijo el galeno.

Y así fue. Solo hubo que hacerle un reclamo: “Queremos escucharte, tú eres aquí la figura principal. ¿Cómo te has sentido?”, preguntó este diario.

“Me gustó mucho porque escucho mi voz. Es diferente. Antes no escuchaba. Es diferente (mi voz), cada persona. Yo escuchaba a mi mamá... pero le doy gracias a Dios primero porque trajeron a un doctor bien dulce, excelente doctor. Lo conozco desde que nací. Un proceso difícil, y segundo, quiero agradecer a mi familia, a mami”, dijo cuando ya las lágrimas salieron de sus ojos y rápidament­e abrazó a su mamá quien también lloraba.

La mamá de Tiffanny logró apartarla con cariño diciéndole “todo está bien”.

Sollozando Tiffanny se esforzó por decir el nombre de cada uno de los seres y entidades que la ayudaron económicam­ente para someterse a la operación. De inmediato, mencionó a su médico, a la Fundación de Niños San Jorge, a Francisco Arteaga, de la compañía Caribbean Project Management y al exrepresen­tante Héctor Ferrer, quien se enfrenta en estos días a un diagnóstic­o de cáncer de esófago. Todos contribuye­ron económicam­ente para viabilizar el implante, que costó sobre $20,000.

Mencionó a sus dos hermanos, quienes no dejaban de enviar mensajes a su mamá para saber del status de su hermana que quiere ser terapista ocupaciona­l y está en su primer año universita­rio. “Estoy agradecida de tener personas como aliados y siento que estoy feliz, y yo sé que voy pa’lante y no tengo problemas”, afirmó llorando y con cierta dificultad para pronunciar algunas letras puesto que para una persona sorda, aun con terapia del habla, es difícil aprender la pronunciac­ión correcta de cada letra.

Desde que se le colocó el imán externo que se pegaría al interno que ubica en su cráneo, en la oficina de González Aquino, Tiffany supo que su vida cambiaba. De eso estaba consciente su mamá.

MUCHOS CAMBIOS. “Van a haber muchos cambios. Fueron 18 años de espera y no es fácil. Pero cuando te dicen que tienes un hijo sordo pues ves la vida de otra manera. Buscas ayuda, (te preguntas) cómo te vas a comunicar con esa persona. Tú no le dices nada al niño, pero dices cómo lo va a lograr. Va a ser bien difícil, pero vamos a ayudarlo”, dijo entre lágrimas.

“Ahora veo que va a ser más independie­nte. La veo segura, su cara fue ‘wow’ (al escuchar). Qué mucho sacrificio, pero de bendición. Todavía falta un camino por recorrer, pero sé que esto va a ser para bien. Mi hija me dijo esta mañana nazco de nuevo”, agregó la mujer quien aprendió lenguaje de señas para comunicars­e con su hija previo a la operación.

Ahora Tiffanny debía aprender a usar una aplicación de computador­a, que mediante el BAHA le permitiría controlar el volumen, lo que puede escuchar y la gravedad de los sonidos.

La operación fue posible gracias a la Fundación de Niños San Jorge, del Hospital San Jorge. Se trata de una organizaci­ón sin fines de lucro que desde 1995 sufraga los gastos de tratamient­os médicos de niños de 0 a 21 años provenient­es de familias de escasos recursos económicos en Puerto Rico.

Las 25 operacione­s de Tiffanny fueron posibles gracias a la Fundación, dijo su mamá. El pasado año la Fundación ayudó a más de 1,600 niños y sus familias. De esa cantidad, hay 320 pacientes nuevos.

“La operación que le hicimos a Tiffanny es la primera de su clase que se hace a través de la Fundación. (Ahora,) se la podemos ofrecer a otros pacientes con condicione­s y malformaci­ones craneofaci­ales”, aclaró el galeno.

Dijo que aunque este tipo de implante no es nuevo, representa un avance para quienes lo necesiten. “Antes, y todavía se hace, se hacía el implante con un poste o tornillo que salía por la piel y el procesador de sonido se enganchaba en el poste. El problema es que eso limita las actividade­s deportivas acuáticas del paciente y le causa problemas en la piel”, explicó González Aquino.

Tras el implante BAHA es necesario esperar, al menos, un mes para procurar que la piel del paciente sane y el imán colocado eal cráneo se integre al hueso.

Superado ese proceso, Tiffanny, según dijo, anhelaba escuchar el mundo nuevo que ahora tiene adelante.

 ??  ?? La joven Tiffanny Ann Sierra Hernández, de 18 años, junto al doctor Carlos González Aquino, quien la operó para que recuperara la audición y la atiende desde que nació.
La joven Tiffanny Ann Sierra Hernández, de 18 años, junto al doctor Carlos González Aquino, quien la operó para que recuperara la audición y la atiende desde que nació.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico