Adiestrados en el lenguaje de señas
El Gobierno prepara a sus empleados en esa área para beneficio de las personas sordas
Quince empleados públicos se graduaron ayer del curso de lenguaje de señas, como parte de los crecientes esfuerzos del Gobierno por mejorar los servicios para la población sorda, informó el secretario de Estado, David Bernier.
“Esta semana entregaremos certificados a 60, de un total de 100 servidores públicos que se han matriculado durante el año”, adelantó el secretario minutos antes de la graduación en la sede de su agencia.
El programa de lenguaje de señas se brinda como educación continua de la Oficina de Capacitación y Asesoramiento y Asesoramiento en Asuntos Laborales y de Administración de Recursos Humanos, indicó su director Harry Vega.
Mientras, el rol de Estado es “asegurar de que sea un esfuerzo continuo en las agencias, y que más municipios, como ya lo hizo Guayama, envíen también a su personal para que se capacite”, agregó Bernier.
Hasta el momento, empleados de 24 entidades públicas han pasado por el programa de capacitación. Esto incluye personal de servicio directo como el Departamento de Hacienda, Emergencias Médicas, Acueductos y Alcantarillados y la Autoridad de los Puertos.
Además de este componente educativo, Bernier se comprometió ayer a coordinar pasos concretos para que se mejoren las estadísticas y servicios a la comunidad audioimpedida, durante una reunión a la que El Nuevo Día tuvo acceso.
En el diálogo participaron Vega; el doctor Mario Marazzi, director del Instituto de Estadísticas; y la doctora Izaskun Capataz, directora ejecutiva del Colegio San Gabriel. Esta institución lleva más de 100 años brindando, de forma gratuita, servicios educativos y de intervención temprana para menores con impedimentos auditivos.
“Sabemos que hay núcleos en la parte central de Puerto Rico con comunidades sordas muy grandes”, expuso Capataz como ejemplo de la necesidad de validar con datos las observaciones de los especialistas con el fin de allegar servicios oportunos donde más haga falta.
Marazzi explicó cómo los cambios en los formularios del Negociado federal del Censo han dificultado la tarea de contar con estadísticas confiables, pero se comprometió a buscar herramientas “creativas” para mejorar el muestreo.