Eslóganes y realidades
Eso de los eslóganes de campaña política es una vaina que nadie debe tragarse. Allá ellos con los publicistas que les dan “manicure” y “pedicure” a sus clientes políticos. Una cosa, decía el ingenioso César Andreu Iglesias hablando de promesas políticas, es lo que se exhibe en el mostrador y otra lo que en realidad hay escondido en la trastienda.
Pongamos por caso los del “Puerto Rico de primera” de Aníbal Acevedo Vilá y del “Vamos por buen camino” de Sila Calderón. ¿Cuál primera y cuál camino? O el más reciente el del gobernador de cuerpo presente: “El gobierno de la gente”. ¿De gente qué?
Datos a la mano. Hace dos semanas, a 15 meses de terminar el presente cuatrienio electoral, este periódico publicaba que en “el gobierno de la gente”, 1,632,533 puertorriqueños viven por debajo del nivel de pobreza. Eso representaba en 2014 (incluidos los primeros dos años de la actual administración) el 46.2% de la población de puertorriqueños que todavía -todavía- residen aquí. Representa, además, un aumento de 1.3 puntos porcentuales (del 44.9% al 46.2%) comparado con las que vivían en esas condiciones en 2012. La proporción incluye el 57% de los menores de edad, a cuyos padres el dinero no les da para cubrir las necesidades básicas, aun con la asistencia gubernamental que reciben.
Como consecuencia de ese estado de pobreza, que obliga a muchos puertorriqueños a irse a la cama prácticamente sin comer (como ha sido documentado públicamente), el porcentaje de hogares que recibía beneficencia pública (principalmente del gobier- no federal) era del 37.7% en 2013, pero aumentó al 38.6% en 2014, a la mitad del actual cuatrienio.
La penosa situación de esta “Isla Estrella” (de ese Puerto Rico al que la publicidad oficial le coloca una mampara imaginaria para que no sea visto en su descarnada verdad) no es peor (todavía nadie se está comiendo los botones de la camisa, decían en Añasco), gracias a la asistencia federal que se recibe en el territorio, principalmente la del Programa de Asistencia Nutricional (PAN), que monta a unos $2,000 millones anuales para beneficiar a 1.3 millones de personas.
Gracias también al éxodo obligatorio de los miles de puertorriqueños que huyen de su isla todos los años en búsqueda de mejores oportunidades y calidad de vida (nada más en 2014, unos 83,000, la cantidad más alta en toda la historia del territorio, desde que se está registrando esa estadística).
En tanto, una significativa cantidad de los puertorriqueños que huyen despavoridos de su isla son aquéllos que se encuentran en su etapa productiva, quienes se llevan a sus hijos menores de edad y, en consecuencia, merma el sector productivo y envejece la población.
Como es fácil advertir, ese estado de cosas provoca una reducción en los recaudos del Gobierno que cada año, especialmente desde 2013, siguen en picada constante y desenfrenada. Mientras, por ningún lado escuchamos qué iniciativas creadoras ha puesto en práctica, o se propone implantar, la actual Administración -y tampoco lo escuchamos del liderato político que quiere sustituir al actual- para enfrentar ese grave problema con coherencia y visión, incluyendo la planificación social y fiscal.
Sin embargo -diga usted si es cierto o no-, de lo único que escuchamos hablar desde la alta oficialidad del Gobierno es de los déficit, los impagos, de “taxes” y más “taxes”, de reestructuración de la deuda pública y de la súplica –siempre con la mano extendida como política pública del ELAal gobierno federal para que nos ayude a sacar las castañas del fuego. Nada de estrategias de crecimiento económico, nada de una política pública que atienda integralmente los retos sociales, demográficos, educativos y de productividad que presenta el despoblamiento de la isla y su envejecimiento.
Desde luego que las iniciativas que urge tomar para enfrentar la situación de crisis total en que se halla nuestro pueblo hoy serán de carácter transitorio, de inmediatez, como para pasar el trago inmediato. Sin la sustitución del quebrado modelo económico colonial no habrá solución permanente al problema.
Sin ello, a lo mejor cobre validez el eslogan publicitario actual: el del “gobierno de la gente”… empobrecida.