La maternidad en crisis
La auténtica crisis de Puerto Rico es la que resaltó El Nuevo Día el pasado 5 de octubre. No veo más camino que el de fomentar la maternidad desde todos los puntos de vista, de modo que se resalten las innumerables ventajas que produce para la mujer y, por ende, para la sociedad.
La periodista y premio Pulitzer Katherine Ellison autora del libro “Inteligencia Maternal” dice que los talentos sobresalientes que tiene la mujer -agudeza de ingenio, capacidad de intuición, generosidad, tenacidad- se notan más aún en aquellas que son madres, ya que la maternidad contribuye a estimular la inteligencia de las mujeres, al enfrentarse a nuevos retos y a la necesidad de resolver nuevas situaciones.
Pero cómo vamos a fomentar esto si las leyes laborales que conocemos hoy en día son hijas de la Revolución Industrial. Leyes que fueron creadas por hombres y para los hombres hace más de 100 años. No están pensadas, ni diseñadas para las necesidades del siglo XXI ni para la mujer puertorriqueña de este nuevo milenio. Es evidente que hace falta un nuevo modelo de sociedad que promueva la maternidad, que no humille a la mujer embarazada a la hora de recurrir a un “permiso” o licencia de maternidad como si hubiese realizado algo indebido y tuviese que pedir perdón por esa acción (que por cierto es la más natural del mundo y para la cual ha sido diseñada). ¿Acaso no debería ser al revés? Sin madres no habría familia ni empresas ni sociedad ni país.
Es la hora de reclamar que la actividad profesional -la mujer en el hogar también lo es- se adapte a la condición femenina y no al revés. De modo que se reflejen en unas condiciones favorables específicas y, por lo tanto, no idénticas a las de los hombres; con una especial atención hacia la maternidad, “que lejos de ser opresiva, es en la mayoría de los casos profundamente liberadora, enriquecedora y hace a la mujer un ser aún más pleno”.
Ing. Alberto Ortiz
Guaynabo