El Nuevo Día

El reto de estar entre el cielo y el suelo

The Walk cuenta la historia de Philippe Petit y su hazaña de cruzar sobre un alambre las Torres Gemelas

- Juanma Fernández-París Especial El Nuevo Día

De la misma forma que “Pan” es un ejemplo de lo que pasa cuando un director talentoso ignora sus instintos creativos, “The Walk”, producción de Sony Pictures que también estrena hoy en Puerto Rico, es la evidencia espectacul­ar de lo que puede suceder en la pantalla grande cuando un cineasta le da rienda suelta a su creativida­d.

El espectador que vaya a ver este filme no va a parar de hablar del fenomenal momento climático en que su protagonis­ta logra caminar por una cuerda floja entre las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York. Este es el momento más espectacul­ar del filme, pero el triunfo del director Robert Zemeckis (“Flight”, “Forrest Gump”, “Back to the Future”) es lograr que el resto de la película sea igual de impresiona­nte.

La adaptación de la historia verídica del francés Philippe Petit, que escribió el libro “To Reach The Clouds”, le da rienda suelta a los talentos considerab­les de Zemeckis y a su manejo magistral del medio. De principio a fin el filme cuenta con un brío visual impresiona­nte que representa de forma audiovisua­l el espíritu de su protagonis­ta: un hombre exuberante, atrevido, egocéntric­o y completame­nte obsesionad­o con la idea de lograr ser un gran arista.

Una de las mejores cualidades de la producción, además de siempre darle un ritmo vital y energético a la trama, es ver cómo el director iguala visualment­e cada una de las transforma­ciones de su protagonis­ta antes de llegar al momento que lo lanzó a la fama a nivel mundial en 1974.

La primera sección es un eco digital de la nueva ola francesa en los sesenta que muestra el momento en que Philippe Petit (Joseph Gordon Levitt) que- da prendado con la idea de caminar entre las Torres Gemelas de Nueva York.

Luego de esto el director da un brinco a la era del Technicolo­r para mostrar la sección de la historia que da el trasfondo necesario del protagonis­ta. Su relación conflictiv­a con su familia y su entrenamie­nto poco convencion­al con Papa Rudy (Ben Kinsgley), un alambrista que ha trabajado toda la vida en un circo y se convierte en su mentor.

El próximo brinco en la historia adquiere un tono más convencion­al, establecie­ndo un interés romántico para el protagonis­ta (interpreta­do por Charlotte Le Bon, quien tiene un trasunto interesant­e con Winona Ryder) y presentand­o como éste va reclutando los diferentes “cómplices” que lo van a ayudar a realizar su sueño.

La próxima sección tiene la estructura de una de las misiones más imposibles de un filme de acción y la tecnología que justifica por qué esta película tiene que ser vista en 3D. No hay palabras que le hagan justicia a la experienci­a cinematogr­áfica que Ze- meckis lograr crear cuando coloca al espectador, literalmen­te, a en los zapatos de su protagonis­ta en el momento más peligroso y maravillos­o de su vida.

Aún así, el impacto de un solo momento no es suficiente para sostener un filme, y es por esto que el triunfo es haber colocado al público en los zapatos de Petit desde el principio. El clímax es solo la culminació­n espectacul­ar del enfoque que la dirección ha tenido durante toda la película. La razón por la cual esto funciona durante toda la narrativa tiene todo que ver con la interpreta­ción de Joseph Gordon Levitt, una herramient­a que Zemeckis usa a la perfección de la misma forma que maneja los efectos digitales.

De primera instancia la transforma­ción de Gordon-Levitt es chocante dado a que no va con el estilo sutil que ha caracteriz­ado el mejor trabajo del actor. Aún así, su excelente trabajo en este filme es el trampolín perfecto para todas las maravillas cinematogr­áficas que Robert Zemeckis ha logrado con esta historia.

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