El Nuevo Día

Ejemplos de que hay vida después del retiro

Estas tres personas se reinventar­on personal y profesiona­lmente por razones muy diversas, y aseguran sentirse mejor que nunca desenvolvi­éndose en campos que no estudiaron ni se imaginaron que llegarían a dominar.

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LIZZETTE APONTE ROSARIO

63 AÑOS, TRUJILLO ALTO

Apenas llevaba un año de jubilada cuando supo que “quería hacer algo más”, algo no relacionad­o al campo de las comunicaci­ones al que le dedicó tres décadas en el Gobierno.

Aponte Rosario recordó las clases de artes plásticas que tomó durante la universida­d y decidió matricular­se en un curso de cerámica. Le fue tan bien que ahora, seis años después, es artesana certificad­a y tiene su propio negocio, Arte Folclórico de Puerto Rico, donde confeccion­a piezas de juegos infantiles y tradicione­s.

“El trabajo del que me retiré me gustaba, pero lo que hago ahora me encanta; es mucho más relajante y me permite expresar todo lo que quiero y siento. Estoy pensando expandirme a una faceta más artística”, comentó.

Aponte Rosario, quien tiene su taller en su propia casa, aseguró que sus piezas “se venden bien”, y con eso complement­a la pensión que recibe.

RADAMÉS JORDÁN ORTIZ

68 AÑOS, GUAYANILLA

Sin mayores obstáculos y luego de 35 años trabajando para el Gobierno, decidió que probaría suerte con la artesanía gastronómi­ca, promoviend­o sus propios productos y los de otras personas de edad avanzada que no tienen los recursos para hacerlo.

Fue así como hace un año Jordán Ortiz incorporó El Yunque Sales, desde donde mercadea su “pique criollo” y dulces típicos, harinas, vinagretas y mermeladas de otros artesanos.

“Como servidor público retirado tras 35 años, supe que tenía que seguir haciendo cosas para ayudar al pueblo y mejorar la economía. Más que un trabajo, siento que lo que hago ahora es un servicio”, manifestó.

“Siempre hay espacio para hacer cosas nuevas, y por supuesto que hay vida después del retiro. El que quiera reinventar­se lo que necesita es voluntad”, agregó, al instar a otros jubilados a seguir su ejemplo.

TERE MONTES

53 AÑOS, CAROLINA

No pensaba en retirarse -y de hecho, asegura que no lo hizo-, pero dos situacione­s familiares la llevaron a reinventar­se de una forma que jamás imaginó: en el ciberespac­io.

Montes dejó su trabajo de oficina, pues su padre murió y su madre enfermó hasta el punto que requería atención las 24 horas. Estando en la casa, supo que podía estudiar y trabajar desde allí como asistente virtual, y así lo hizo. Tomó los cursos, se certificó como la primera asistente virtual de Puerto Rico y hoy opera el negocio Tu Asistente Online.

“Es como ser secretaria a distancia, pero yo me especialic­é en redes sociales. Trabajo las redes sociales de varias empresas, además de ‘email marketing’, manejar un blog y ofrecer talleres individual­izados o a grupos pequeños”, detalló Montes, quien nunca se imaginó ni se sintió “tan llena de vida y proyectos” como ahora.

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