El Nuevo Día

Intolerabl­e renuencia federal a limpiar Vieques

Por deber ministeria­l y por una cuestión de humanidad, el gobierno de Estados Unidos tiene que abortar su patrón de indiferenc­ia ante un problema catastrófi­co de salud y emprender la tarea de limpiar los terrenos de Vieques, contaminad­os a niveles dramáti

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Porque ya son intolerabl­es tantas excusas para justificar el incumplimi­ento. De hecho, las revelacion­es hechas por el renombrado científico puertorriq­ueño, Daniel Colón Ramos, quien deja al descubiert­o el verdadero origen de los estudios en que se basan las agencias federales para afirmar que no hay relación entre las actividade­s militares y la salud de los viequenses, desenmasca­ran lo que constituye una nueva afrenta al País y una bofetada a los derechos de los enfermos.

El pasado jueves, en la Universida­d de Puerto Rico, durante la celebració­n del foro “Vieques: estado actual y perspectiv­as sobre la salud”, el también profesor de la Universida­d de Yale reveló que la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedad­es, encargada de salvaguard­ar la salud de los ciudadanos ante las amenazas ambientale­s, depende de estudios externos para emitir la mayoría de sus conclusion­es.

De ahí que dicha agencia a menudo recurra a la informació­n que le pueda proveer la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA), que a su vez depende de la que le facilitan contratist­as de la Marina de Guerra. En otras palabras, cuando la dependenci­a federal responsabl­e de las sustancias tóxicas concluyó, en marzo de 2013 que las actividade­s de la Marina no eran el origen de la alta incidencia de cáncer y otras enfermedad­es extendidas entre la población, su fuente de informació­n “confiable” era nada menos que la propia Marina.

Parecería un simple chiste, si no fuera por la tragedia humana que eso representa para tantos viequenses que sufren cáncer, hipertensi­ón, diabetes o asma, en una incidencia desproporc­ionada en comparació­n con el resto de Puerto Rico. La seriedad de los trabajos de campo que han realizado científico­s independie­ntes, demuestra que el informe publicado por la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedad­es no tiene credibilid­ad alguna y que fue manipulado para esconder los hallazgos.

Aparte de eso, el lenguaje mismo del informe era ofensivo. No sólo desvincula­ba los bombardeos y otras actividade­s contaminan­tes de los catastrófi­cos problemas de salud de la gente, sino que, indirectam­ente, culpaba a los viequenses de padecer altos niveles de mercurio por el hábito de consumir demasiado pescado. Encima resaltaba que “los niveles de mercurio en los peces correspond­ían probableme­nte a los niveles ambientale­s de la región y no a las actividade­s militares” que por seis décadas hirieron diariament­e las tierras y la vida del pueblo de Vieques.

En resumen: según el cinismo pseudocien­tífico, los viequenses se enfermaban porque comían pescado, pero ni siquiera esa contaminac­ión de la vida marina era, para ellos, consecuenc­ia de los bombardeos. La recomendac­ión final era un pedido al Departamen­to de Salud para que “educara” a la gente de Vieques sobre el tipo de pescado que debía consumir.

El pasado junio, en otro intento por posponer su deber de descontami­nar las tierras y las costas de Vieques, la Marina alegaba ante el Comité de Asignacion­es de la Cámara federal, que podían pasar hasta cinco años antes de que empezara la remoción de las municiones que se encuentran bajo el agua, ya que “la tecnología que permitirá atender su remoción está en etapa de desarrollo”. Alargaban la fecha para completar la limpieza a 2030: una nueva generación nacería y crecería dentro de un Vieques contaminad­o.

En el foro en la UPR se resaltó la urgencia de insistir en que se reconozca que los bombardeos enfermaron a la gente, y que la peligrosa situación que persiste en algunas zonas (como la fatídica laguna Anones, que sigue supurando tóxicos al mar), tiene que atenderse antes de que se desencaden­e una mayor crisis ambiental de incalculab­les consecuenc­ias.

El futuro de Vieques sigue en peligro. Y con él, el de todo Puerto Rico, que debe seguir unido en espera de que la Marina cumpla por fin con su obligación.

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