BIOPOLÍTICA
A veces el ingenio retórico deserta de nosotros, sobre todo cuando sentimos esa terrible impotencia ante la pregunta, ¿qué hacer con lo sabido? Me la hizo una estudiante cuando discutíamos sobre el poder despótico de las farmacéuticas y la indolencia de la clase gobernante. La respuesta no admite juego de palabras, porque lo que está en juego es la vida, y la vida no es juego, aunque la vivamos jugando.
Las condiciones de existencia en todas las dimensiones de la vida social, singular y colectiva, están determinadas por las relaciones entre las fuerzas políticas que las moldean, las transforman o las fijan. Es decir, cuando hablamos de la vida humana nos referimos a todo cuanto le atribuye valor o se lo quita. En las sociedades democráticas modernas o estados de derecho, la vida del ser humano es matriz de sus constituciones y leyes, y no puede existir legislación alguna que antagonice con este principio moral convertido en derecho político, valedero para todos en todo momento.
Cuando los gobiernos ignoran o traicionan este principio, es preciso impugnarlos, presionarlos o cambiarlos. Tal es la situación actual de la insólita política de resignación gubernamental ante la brutal mezquindad de la industria farmacéutica, y de su cobarde rendición ante los chantajes de sus más codiciosos explotadores.
Hoy nos es imposible articular un proyecto viable y sostenible de salud universal porque las mafias corporativas de la industria farmacéutica controlan todas las ramas de la producción de medicamentos y sus precios, para lucro privado y no para beneficio de la gente que los necesita.
Convengamos que la salud es derecho vital y no un privilegio a merced de “bullies” capitalistas. Pero sería letra muerta si no lo hacemos valer y protegemos con uñas y dientes. Esta inmensa responsabilidad política no es exclusiva del Gobierno, sino de toda la ciudadanía.
Cualquier partido político que guarde silencio, sea juzgado por complicidad y condenado a desaparecer para siempre. Que la competencia electoral sea entre proyectos concretos para reivindicar el derecho universal a la salud, y no intereses de oligarcas abusadores.