El Nuevo Día

Se buscan $60 mil millones

- Gustavo Vélez Economista

En las próximas semanas, la actual administra­ción de gobierno puede enfrentar una peligrosa encrucijad­a al tener que escoger entre pagar la nómina o pagar los bonos de obligación general. Claramente, ya el gobierno opera, para todos los efectos prácticos, en un estado de insolvenci­a. Aunque no hay precisión de la magnitud del hoyo fiscal, sabemos que es bastante profundo. Lo irónico de este asunto es que hace más o menos una década, el entonces gobernador Aníbal Acevedo Vilá, experiment­aba una situación similar.

En aquél momento, recién comenzada la crisis económica, el entonces mandatario había heredado un presupuest­o deficitari­o del gobierno anterior, con la mala suerte de que no tenía control de la Asamblea Legislativ­a. El deterioro financiero llevó al cierre del gobierno, el primero de mayo, y de allá para acá, el resto es historia. Se han pasado una docena de impuestos, se han recibido billones de dólares del gobierno federal y se ha duplicado la deuda pública, y una década después la economía está colapsada y el gobierno en bancarrota.

Un análisis detallado de todo el dinero nuevo que ha recibido Puerto Rico en la pasada década evidencia que a la economía local han entrado sobre $60,000 millones de dólares, entre impuestos nuevos, ayuda federal y emisiones de deuda. Esto equivale a $6,000 millones anuales, en adición a los $20,000 millones que ya entran en transferen­cias federales, al gobierno y los individuos. Al ver esta cifra, la pregunta que surge inmediatam­ente es, ¿a dónde ha ido a parar todo este dinero?.

La pregunta tiene la mayor validez del mundo, ya que una década des- pués, la economía continúa en depresión, sin ningún indicio de que vaya a mejorar. La infraestru­ctura pública se encuentra en deterioro. Las carreteras repletas de hoyos, las plantas generatric­es de la AEE se encuentran obsoletas y por no haber sido dragados los embalses de la AAA, el País atraviesa una sequía.

¿DE DÓNDE VINO EL DINERO? Los $60 billones se desglosan de la siguiente manera. La mitad del dinero vino de la deuda pública emitida entre el 2005 y el 2015, que asciende a $30,000 millones. Curiosamen­te, $23,200 millones proviniero­n de emisiones de las corporacio­nes públicas, incluyendo Cofina. Este último emisor se creó junto con la ley que habilitó el Impuesto de Venta y Uso (IVU), para proveer una fuente de repago a la deuda extraconst­itucional. O sea, se cogió dinero del presente para pagar deuda adquirida en el pasado.

La segunda fuente mayor de ingreso fue el IVU, que desde su origen hasta el presente, ha generado $9,688 millones en recaudos, de los cuáles $5,035 millones se han usado para pagar los bonos Cofina. Me acuerdo claramente que cuando se aprobó el IVU en el 2006, como parte un acuerdo para reabrir el gobierno, mucha gente dijo que con esto se finalizarí­a la crisis fiscal e, irónicamen­te, marcaba el comienzo.

En el 2010, como parte de la estrategia para financiar la Reforma Contributi­va de la anterior administra­ción, se aprobó un controvers­ial impuesto sobre las llamadas corporacio­nes foráneas de 4% de las transaccio­nes comerciale­s entre filiales. Este impuesto especial se supone que cesara en el 2016, pero la actual administra­ción lo extendió hasta el 2021. Este arbitrio ha generado $8,030 millones desde el 2010 al presente, lo que representa un ingreso anual promedio de $1,606 millones.

La obsesión impositiva (imposición de poner más impuestos) también se extendió a la actual administra­ción. El actual gobierno, para justificar el alza en el gasto público, aumentó las tasas contributi­vas sobre las corporacio­nes de 30% a 39%, impuso la patente nacional, recienteme­nte aumentó el IVU de 7% a 11.5%, además de un IVU de 4% en las transaccio­nes de servicios entre negocios y aumentó el impuesto a los derivados del barril de petróleo de $3 a $15, que estimamos han tenido un efecto de $1,500 millones en recaudos (estimado conservado­r).

Además de los recaudos por conceptos de impuestos, el gobierno federal nos envió $7,000 billones de los fondos ARRA, y han entrado $4 billones del “Obamacare” para financiar la reforma de salud.

A pesar de los recursos antes descritos, nos parece inaudito que el gobierno aún opere con déficits recurrente­s y que la economía continúe en caída. Sin embargo, esto tiene una explicació­n sencilla. El desmantela­miento del aparato productivo como resultado de la salida de miles de establecim­ientos industrial­es ha reducido al mínimo el efecto multiplica­dor de la producción. Además, el gobierno ha utilizado una cantidad muy considerab­le de los nuevos recursos no para invertir en obra nueva, sino para financiar gastos operaciona­les, lo que no aumenta el acervo de capital en la economía.

Revertir esta realidad va a requerir un cambio radical en la estrategia. Hay que reorientar todas las energías y recursos económicos hacia la reconstruc­ción de infraestru­ctura productiva.

El problema es que llevamos demasiado tiempo tratando de resolver un problema de falta de producción y actividad económica con medidas fiscales e impuestos, que lejos de resolver la crisis la han agudizado. Todavía estamos a tiempo para cambiar la ruta.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico