Golovkin: tanque de guerra blindado...
Si acaso dos veces, en los escasos 23 minutos de duración, fue el promocionado choque de trenes que HBO no se cansó de pregonar para aumentar las ventas de pay-per-view, que, de hecho, marcó el debú para Golovkin, quien sí actuó de locomotora con su jab y convirtió las narices de Lemieux en un riel de trayecto fácil, mientras tan solo hubo un par de intercambios netos, tal como se basaba el libreto de la oferta sabatina en el Garden neoyorquino.
Con astucia y frialdad, y aprovechando su técnica fina que cocinó en sus 350 combates en el terreno aficionado, con saldo de 345-5, el supercampeón que se apoda GGG, jugó en todo momento con su rival canadiense, que estrenaba su corona de la FIB, que normalmente son de cartón corrugado, por su calidad baja, aprovechando un jabeo y acoso constante, además de una defensiva hermética en reversa, a sabiendas del estilo predecible de Lemieux de solamente buscar el KO, que suman 31 en sus 34 triunfos, y ahora con tres reveses, incluso dos por dicha vía, ya que el mexicano Marco Antonio Rubio se había acreditado uno en 2011, en siete capítulos, a la vez que había fracasado en dos con Golovkin, en 2014, sin ponerse de pie tras un derechazo en los 10 segundos reglamentarios.
O sea, que Lemieux, que esta vez cayó en el quinto y quedó fuera en el octavo por orden del referí Steve Willis, debido a inferioridad física y una hemorragia imparable en sus fosas nasales, se comportó como un peleador sobre valorado por su número alto de víctimas, de poca valía en su mayoría, cediéndole todos los episodios a GGG, que además de pegar fortísimo con ambas manos y gran asimilación, derrocha valentía, orgullo y balance en sus piernas, algo no muy común en los noqueadores, con 20 en ristra y 15 en peleas titulares, amenazando ya el récord de Wilfredo Gómez, de 18 como soberano supergallo del CMB, y 42 en sus 44 victorias, escapando a su poder letal, su coterráneo en los plumas, Juan Laporte y el estadounidense Rocky Lockridge, en las 130 libras.
Tenemos, pues, que reconocer que el kazajo, mezcla de turco y mongol, es un fuera de serie que cada día gana más fanaticada en Estados Unidos, habiéndose integrado a la sociedad californiana, y regalando carisma y humildad sin economía; y no tiene más remedio que esperar por el ganador de Canelo y Cotto, ya que no asoman retadores que deseen examinarle...