Hay esperanza en el capital humano
Reconocido economista asegura que Puerto Rico tiene las herramientas para superar la crisis
El economista argentino Bernardo Kliksberg, reconocido como padre de la responsabilidad social y experto en temas de pobreza y desarrollo, pareció contagiar con “el virus bendito” a la audiencia que abarrotó el anfiteatro de la Universidad Metropolitana y muchos más que lo siguieron por internet en otros lugares para llevarlos a reflexionar en torno a que otro Puerto Rico es posible.
“Desde que llegué me preguntan si hay esperanza. Pues claro que hay esperanza”, afirmó Kliksberg, resaltando la presencia en el foro de un sinnúmero de líderes políticos, religiosos, sindicales, académicos, entre otros. “Aquí hay un capital social gigantesco. Si gente de vuestro compromiso edificó una organización como Juntos por Puerto Rico, pues claro que hay esperanza”.
Aunque el economista fue claro en que no venía “a dar ninguna prescripción de lo que deben hacer, porque ustedes saben lo que tienen que hacer”, sí podía ofrecer algunas referencias que podían resultar de utilidad para el debate en la Isla.
Kliksberg condenó la desigualdad como uno de los problemas fundamentales que enfrenta la humanidad, así como la falta de ética “que ha sido destructora de vidas”.
“El 1 por ciento más rico del género humano tiene el 50.4 por ciento del producto bruto mundial. Tiene más que el 99 por ciento del género humano”, denunció. “¿Y qué consecuencia tiene eso? La desigualdad es fatal para la economía. Produce bajo crecimiento económico, cierra los mercados internos, impide que en la educación haya igualdad de oportunidades, produce más criminalidad, produce más divorcio. Todo eso está me- dido hasta el cansancio”.
Sin embargo, Kliksberg insistió en que “otra economía con rostro humano es posible, no solo en Puerto Rico sino en el mundo entero. No solo es posible, es imprescindible”.
“Puerto Rico tiene un capital social muy importante. Puerto Rico tiene valores de hospitalidad, solidaridad. Son indicadores de que la ética no murió en Puerto Rico”, sentenció Kliksberg.