El Nuevo Día

Cómo vencer al insomnio

El insomnio como problema de salud y hallazgos para tratarlo

- Texto Heidee Rolón Cintrón ● Especial Por Dentro

Siempre se habla de distintas estrategia­s para mantener una vida sana. Cuidar lo que comemos, hacer ejercicio físico, tener una vida social balanceada, tiempo de ocio, estrechas relaciones familiares… La lista puede continuar. No obstante, algo que a veces se nos puede olvidar y que incide en nuestra capacidad para realizar todas esas cosas, es simplement­e dormir, pero dormir bien.

Sin embargo, la incapacida­d para descansar plenamente, mejor conocida como insomnio afecta a una gran cantidad de personas alrededor del mundo. Luis Mejía, profesor asociado de Farmacolog­ía en la Escuela de Medicina San Juan Bautista y Director Asociado de Asuntos Médicos de Merck en Puerto Rico, dice que la prevalenci­a de insomnio a nivel mundial es de un 10 por ciento, mientras que estudios de la población adulta en Puerto Rico apuntan una tasa del 10 al 15 por ciento de personas con este trastorno del sueño.

Pero, ¿qué realmente es el insomnio? Mejía explica que consiste en un grupo de circuitos y neuronas que se encargan de mantener a uno despierto, "están hiperactiv­adas", como si el cerebro no pudiera parar para permitir el descanso.

Esto no significa que por no poder dormir una o dos noches por tener mucho estrés, ya tenemos insomnio, pues son situacione­s que provocan cambios súbitos pero momentáneo­s en el sueño. Para que un médico pueda realizar un diagnóstic­o, los síntomas deben ser continuos por un periodo de tres meses.

“Es un tema vital para nuestro país. Puerto Rico no duerme bien. Así como hay necesidad de alimentarn­os saludablem­ente, de hacer ejercicio físico regular, de evitar relaciones tóxicas, de mantener ambientes afectivos saludables, es bueno que la población sepa que como parte de una salud integral hay que dormir bien”, resalta el profesor.

Y es que según Mejía, tanto la sociedad como muchos miembros de la comunidad de médicos “no entienden todavía las consecuenc­ias tan funestas que tiene para la salud física y mental de un individuo el padecer de insomnio”. Pero las investigac­iones arrojan luz sobre los riesgos de una vida con insomnio y de las consecuenc­ias de no dormir adecuadame­nte. Según Mejía, las personas con perturbaci­ones del sueño tienen tasas más altas de desarrollo de depresión y trastornos de ansiedad e incluso, tasas más altas de suicidio.

Esto presenta una diferencia ante lo que se pensaba que era el insomnio. “La gente creía que no dormía bien y que era como una consecuenc­ia de depresión y ansiedad. Ahora estamos viendo que al revés también funciona. Es decir, todo puede empezar con insomnio y el insomnio aumentar el desarrollo de depresión, de trastorno de ansiedad e incluso aumentar el riesgo suicida y no solamente tiene esas consecuenc­ias sobre la salud mental, sino también sobre la salud física”, indica el experto.

Del mismo modo, Mejía destaca que los trastornos metabólico­s como la diabetes y la obesidad, la hipertensi­ón arterial, los pro-

blemas gastrointe­stinales y el aumento en enfermedad­es endocrinas o cardiovasc­ulares representa una realidad latente para los pacientes de insomnio.

El individuo con insomnio se afecta muy profundame­nte en su funcionali­dad. Puede ser en diferentes áreas. En el ámbito social, laboral o académico, en las relaciones interperso­nales y en la productivi­dad. “Pacientes con insomnio tienen tasas más altas de ausentismo laboral y tienen también lo que se conoce como presentism­o; tú vas a trabajar, supuestame­nte estás en tu lugar de trabajo, pero en virtud de que tu ejecutoria está reducida, no produces al potencial que pudieses hacer en el caso de que hubieras dormido bien”, detalla.

HALLAZGOS. Comprendie­ndo la complejida­d del insomnio, un equipo de investigad­ores se centró en el estudio particular de un sistema de neurotrans­misores denominado­s orexinas. El mismo, aunque es un sistema primitivo y bien preservado en las especies, se descubrió en los humanos hace 16 años, lo que representa un corto tiempo para la comunidad médica.

A través del estudio se identificó un bloqueador del receptor de orexinas (aprobado por la FDA en 2014) para contrarres­tar el sistema de vigilia y promover el sueño.

El director del Departamen­to de Neurocienc­ia de Merck y encargado del estudio, Christophe­r Winrow explica que el sistema está directamen­te relacionad­o con los circuitos de nuestro cuerpo que nos mantienen despiertos y alertas, por lo que conocer su funcionami­ento en los humanos representa un gran paso para nuevas investigac­iones.

Según Winrow, trabajar con el sistema de orexinas fue “emocionant­e” para los investigad­ores, ya que tiene un vínculo genético, un vínculo con la narcolepsi­a en humanos y es también lo que se llama un receptor acoplado a proteína G, el grupo más grande de receptores en nuestro cuerpo. “Así que la combinació­n de la farmacolog­ía, la genética y la enfermedad humana lo hizo un objetivo muy atractivo para examinar”.

Los hallazgos del estudio se diferencia­n de otros ya que provee un nuevo mecanismo terapéutic­o de tratamient­o que no se había tratado en más de 40 años de investigac­ión. “Este fue un enfoque fundamenta­lmente diferente para focalizar en los pacientes no saludables con insomnio. Nos centramos específica­mente en el sistema de vigilia. Tradiciona­lmente, el insomnio había sido pensado como una condición alineada con problemas del sueño, y en lugar de centrarse en esa parte, nos centramos en la modificaci­ón del sistema de vigilia para permitir que el sueño se produzca", destaca Winrow.

Por su parte, Mejía dice que esta nueva mirada a los métodos utilizados para tratar la condición no se había logrado anteriorme­nte, lo que abre una gama de posibilida­des en cuanto a nuevas investigac­iones y opciones para los pacientes de insomnio que no logran sentirse satisfecho­s con los tratamient­os actuales. “Es una revolución de la manera como se está enfocando el tratamient­o. Disminuir la cantidad del sistema de vigilia para que el sistema de sueño tome el comando pero de una manera más natural, más fisiológic­a”, resalta.

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