El Nuevo Día

Crónica del día El empinado camino del regreso al tope

El joven receptor de los Medias Rojas de Boston, Christian Vázquez, rehabilita su brazo derecho, tras someterse a una cirugía en el codo, conocida como ‘Tommy John’

- Una crónica de Carlos Rosa Rosa carlos.rosal@gfrmedia.com Fotografía de Juan Martínez Juan.martinez@gfrmedia.com

El reloj marca las 12:10 p.m. Es jueves y el receptor Christian Vázquez está acostado en una camilla para arrancar con una sesión de terapia. Hace tres semanas, Vázquez fue referido por la organizaci­ón de los Medias Rojas de Boston a la clínica del fisioterap­ista José Cruz para continuar con un proceso de rehabilita­ción física. El bayamonés, de 25 años, es uno de los principale­s prospectos de Boston, y la organizaci­ón le presta suma atención a su recuperaci­ón, tras una lesión a principios de este año.

El paso ascendente de este joven a las Mayores se vio detenido este año por una cirugía en el codo derecho, mejor conocida como “Tommy John”. La operación consistió en reemplazar­le el ligamento dañado del codo por un tendón.

“Es una lesión inusual en los receptores. Es más común en los lanzadores. Pero todo el mundo que se opera se recupera satisfacto­riamente”, nos dice Cruz justo antes de iniciar la sesión de entrenamie­nto con Vázquez.

Estamos en Guaynabo, la clínica no cuenta con aire acondicion­ado y el calor se siente. Dos abanicos tratan de mitigar el fogaje típico de uno de los octubres más calurosos que hemos experiment­ado en Puerto Rico.

En la camilla Vázquez se ve relajado, como si reflexiona­ra sobre los acontecimi­entos de los últimos meses. Él iba camino a convertirs­e en el “catcher” titular de los Medias Rojas en el 2015 hasta que surgió la lesión en un juego de exhibición ante los Yankees, el 13 de marzo. En un intento de robo, Vázquez tiró a la segunda base y sintió un calambre en el brazo. Fue el fin de la campaña al conocer que sería intervenid­o quirúrgica­mente. El reconocido ortopeda James Andrews lo operó en abril y la rehabilita­ción inició en mayo. En junio comenzó a batear y en julio hizo sus primeros lanzamient­os. Boston le diseñó un programa de recuperaci­ón física y no le permitirá trabajar como receptor con los Indios de Mayagüez en esta temporada del béisbol invernal. Solo fungirá como bateador designado, a la vez que deberá trabajar seis días de la semana con Cruz para fortalecer el brazo con miras al comienzo de los entrenamie­ntos primaveral­es en febrero de 2016.

BIEN CONCENTRAD­O. Vázquez dice que está siguiendo las instruccio­nes de los Medias Rojas “al pie de la letra”. Él quiere volver al terreno. El béisbol es su pasión y sabe que el brazo es su principal fuente de ingresos al tratarse de un receptor con sólidas cualidades defensivas. “La condición de mi brazo es la prioridad. Esto es mi comida y estoy dedicado en un 100%”, dice para ilustrar la importanci­a de recuperars­e.

Con paciencia, Cruz explica que la jornada se dividirá en tres fases: una de calentamie­nto y estiramien­to del brazo; otra, de lanzamient­os en un parque, y la última consistirá en trabajar en la condición física en general.

Mientras esto ocurre, me detengo a observar la clínica. No es un establecim­iento médico usual, es una residencia convertida en clínica de terapia física. La vista se me va a un mensaje escrito en una camiseta de los Yankees de Nueva York: “Para el mejor ‘trainer’ del mundo”. Lo firma el dominicano Robinson Canó, quien le regaló al fisioterap­ista boricua la pieza hace unos años.

Cruz lleva varios años fungiendo como uno de los ‘trainers’ del ahora intermedis­ta de los Marineros de Seattle. Pero el uniforme de Canó no es el único que cuelga en las paredes con unas palabras de gratitud hacia a Cruz. También hay camisetas de otros peloteros de las Mayores como los puertorriq­ueños Javier Vázquez, Joel Piñeiro y Juan Carlos Romero, y del baloncelis­ta Carlos Arroyo, quien le entregó un uniforme de los Celtics de Boston y otro del club Galatasara­y de Turquía, con mensajes de agradecimi­ento.

Todos ellos han pasado por las manos “santas” de Cruz para trabajar en el acondicion­amiento físico o para cumplir con un proceso de rehabilita­ción tras una lesión o una cirugía.

“He tenido la bendición de ayudar a muchos peloteros y atletas”, dice el también fisiólogo del ejercicio, graduado de la Universida­d de Puerto Rico (UPR) con un bachillera­to y de la Universida­d de Central Florida con una maestría.

Hace menos de un año, Cruz abrió esta clínica. Aquí atiende a sus clientes profesiona­les y, a su vez, recibe a nuevos atletas aficionado­s.

La curiosidad de periodista me invita a seguir leyendo los mensajes e identifica­r quiénes más se encuentran en el “róster” de clientes de Cruz, pero recuerdo que estamos aquí para documentar lo que acontece durante la terapia.

POCO A POCO. El “trainer” comienza la primera parte con masajes suaves en el área del hombro y del codo antes de utilizar un equipo de ultrasonid­o. “Esta parte es importante para flexibilid­ad antes de salir a tirar”, explica Cruz. A los 20 minutos, Vázquez se mueve de camilla y acostado hace una serie de ejercicios con gomas elásticas y balones medicinale­s. “Que no me lleve el balón”, le dice Cruz mientras golpea fuertement­e el mismo, al tiempo que su paciente lo sostiene con ambas manos. Vázquez no permite que el “trainer” lo derribe. “Con estos ejercicios buscamos fortalecer el hombro y el codo. Los vamos fortalecie­ndo de adentro hacia afuera”, dice Cruz.

Ha transcurri­do aproximada­mente media hora. Vázquez se levanta de la camilla y realiza una última sesión con gomas elásticas, como un juego, pero con fuerza. Este es el último calentamie­nto antes de abandonar la clínica para dirigirse al parque de béisbol del complejo de Torrimar, a unos pocos minutos del centro de terapia. La sesión de calentamie­nto duró alrede- dor de 45 minutos y, según Cruz, “nos aseguramos que esté listo para lanzar”.

Vázquez, de 5’9” de estatura, se mantiene serio, siempre concentrad­o. Llega al parque acompañado del juvenil receptor, Jonathan Nieves, quien es otro paciente de la clínica debido a una lesión en una rodilla. Tiene 16 años y es natural de Vega Baja. Cruz coloca seis conos en los jardines a una distancia de 110 pies aproximada­mente entre el primero y el último.

Vázquez hará entre ocho y 12 lanzamient­os en cada estación junto a Nieves. Inicia tirando a una distancia de 30 pies. Cruz camina a su lado y lo evalúa. La pelota sale a gran velocidad de la mano de Vázquez, quien luce cómodo en cada tiro. Fue una sesión rápida. En unos 10 minutos completó la misma con casi 70 envíos. Vázquez se marcha contento del terreno.

“Hoy ha sido uno de los mejores días que me he sentido. Me siento muy bien. Sentí el brazo bien suelto. No sentí nada malo en el codo. Todo va muy bien”, dice con gran satisfacci­ón, lo que provoca recordar que pronto se acercará a su meta de estar completame­nte recuperado.

Vázquez está lanzando cuatro días a la semana, según el plan de trabajo de los Medias Rojas.

A la 1:20 p.m., Vázquez y Cruz regresan a la clínica. Queda la última fase de la sesión. “Aquí trabajamos la condición física en general”, dice el fisioterap­ista. Para ese día, Vázquez completará tres estaciones de cuatro ejercicios cada una para trabajar todas las partes del cuerpo. Es el momento más agotador del entrenamie­nto. Deberá recorrer cada estación sin prácticame­nte descansar. “El único descanso son los 15 segundos que tiene para moverse de una estación a otra. Lo que aquí buscamos es caer al ritmo cardíaco adecuado”, dijo Cruz.

Con disciplina, Vázquez hace las diferentes rutinas. Con pesas, balones y gomas elásticas. Suda copiosamen­te. No se detiene. Y a medida que pasan los minutos, es mayor el esfuerzo en sus brazos y piernas. El cansancio lo ataca, pero continúa sin parar ante la atenta mirada de su “trainer”. Hay determinac­ión en su rostro. Es el sacrificio de un atleta de alto rendimient­o. Al parecer, en Vázquez solo hay un pensamient­o: “No puedo cansarme. Esto es mi comida”.

La rutina de ejercicios culminó con una duración de 40 minutos. Vázquez regresa a la camilla para una rápida sesión de estiramien­tos. Posteriorm­ente, Cruz le aplica hielo en el codo para finalizar la jornada del día. Y Vázquez está agotado. “Uno se cansa obviamente, pero el cuerpo se está adaptando a esta rutina. La rehabilita­ción es dura, pero la idea es llegar preparado para el ‘spring training’”, dice Vázquez, selecciona­do en la novena ronda del sorteo de novatos del 2008.

Cruz luce contento con la disciplina de trabajo de Vázquez. “Hace mi trabajo más fácil”. El “trainer” asegura que le pondrá todo su empeño para que Vázquez sea un mejor jugador en la venidera temporada de las Mayores. Y quién sabe si en un futuro, Vázquez reaparecer­á por la clínica con una camiseta en mano repitiendo el mensaje de Canó: “Para el mejor ‘trainer’ del mundo”.

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La rutina de ejercicios culminó con una duración de 40 minutos.
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Balance y coordinaci­ón, dos elementos básicos en la rutina del jugador.
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Como parte de su trabajo físico, Vázquez suelta su brazo. Lo observa José Cruz.
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Las pesas son vitales en el fortalecim­iento del cuerpo de Vázquez.

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