BOCADILLOS LINGÜÍSTICOS
LOS FULANILLOS Don Covarrubias escribe en 1611: “Fulanillo y zutanillo, por menos precio, no dignándolos de señalarlos por sus nombres, y así vale tanto como gente ruin, de la cual se hace poco caso”. Hoy, 2015 los seguimos mentando; todo el mundo los conoce, pero nadie sabe quiénes. Son “demandados” constantemente por el pago de toda suerte de deudas, y los encuentra en los edictos. ¿Qué función cumplen en la lengua Fulano, Zutano y también Mengano? Ja, nos ayudan a nombrar personas indeterminadas. Hay que advertir cuidado con su uso para no ofender, porque cuando le decimos fulano a alguien determinado (que sabemos quién es) la referencia puede ser despectiva. Por otro lado, también usamos Fulano y Zutano cuando la identidad no tiene ninguna importancia para lo que se expresa. Son dos los Fulanos que conviven felizmente en la lengua; el indeterminado (que no sabemos quién es), y el determinado, que ni siquiera lo llamamos por su nombre). Fulano fue traído a estos lares castellanos por los árabes, inicialmente como Fulán, que significa cualquier persona. Cuando necesita un apellido se convierte en Fulan AlFulani. Mengano también nos llega del árabe (man kán –“quien sea”-). Zutano, llega hasta nuestros días por conducto de la expresión “citano ”(del latín scitanus, “sabido”). Penny nos dice que arabismos como estos -y muchos otros- “han penetrado en casi todos los campos del léxico español”. Los Fulanos son arabismos, como toda esa multitud que forman parte del vocabulario español. ¿Ejemplos? alcalde, barrio, alfiler, alcantarilla, ajuar, taza, aceite, ataúd, asesino, Fulano y Mengano, y si sigo, no acabo.
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