Tierra de himnos navideños
Alfonso Vélez Iturrino, original de Añasco, escribió canciones populares de nuestro cancionero navideño
Cuando comienza a propagarse la Segunda Guerra Mundial (a finales de la década del 1930), en Puerto Rico el Gobierno Insular y Federal impulsó la transición de la economía agrícola a la industrial, enfatizando el despegue de la industria militar.
Hubo inversión estadounidense para la construcción de bases militares en la urbe, capital monetario que no fue suficiente para aliviar los estragos del conflicto bélico. (‘‘La economía de Puerto Rico durante la Segunda Guerra Mundial: ¿capitalismo estatal o economía militar?’’ de José L. Bolívar Fresneda).
En ese contexto fue que nació el compositor añasqueño Alfonso Vélez Iturrino, quien a sus 76 años de edad preserva memorias frescas del trabajo en el campo con su padre, un arador de jueyes. En ese entonces, recogía café y sembraba; tenía cuatro hermanos y dos hermanas; y su jornada de trabajo se anteponía a la educación escolar.
Su madre se fue a vivir en el extranjero cuando apenas cumplió doce años, dejándolo con su padre y hermanos varones. De ahí en adelante no volvió a pisar la escuela, pero encontró en la escritura de canciones la forma de expresar su cotidianidad, su manera de ver la vida.
En la búsqueda del prometedor “sueño americano” se marchó a Nueva York el “16 de abril de 1958” y comenzó a trabajar en una finca de cebollas para ahorrar y producir su primer disco. La oportunidad se dio con la ayuda de los músicos Yomo Toro y Enrique Méndez, quienes formaron parte de la grabación de “La ingrata que se fue”. Fue el mensaje de esta ranchera lo que considera cautivó ya que Vélez Iturrino solo sabe llevar el ritmo de las maracas y no tuvo educación musical formal.
“Yo nací con eso (el don de componer líricas). Yo era del campo, trabajaba en el campo y luego me fui a Nueva York. Yo fui el productor del primer disco que grabé. Lo pude hacer con ahorros trabajando como chofer de carro público y cultivando. A los seis años regresé a mi barrio en Añasco porque lo añoraba”, expresó vía telefónica justo antes de enumerar las composiciones que le otorgaron relevancia en el pentagrama de música popular.
Temas del cancionero navideño caribeño como “A quién no le gusta eso”, “El Jolgorio” y “El camello que no pasó inspección” son de su autoría. Pero fue en la Navidad de 1973 cuando grabó el éxito “La luz” que lo hizo merecedor de un disco de oro. El grito del “fua” se convirtió en “una expresión de todos, gustó mucho”, contó el compositor que con este sencillo ocupó el primer lugar de las listas de ventas de dicha temporada navideña.
El cuatrista Pedro ‘‘Pello’’ Pitre y el guitarrista Nerí Méndez fueron quienes, recuerda, hicieron la música del aclamado tema. El mismo está inspirado en una noche en la que él jugaba barajas con campesinos a la luz de una botella de gas con mechón de papel y la brisa les apagaba la llama. Es una lírica que no enfatiza la época navideña, sino las vivencias de lo que denomina como ‘‘jíbaros’’.
NO HUBO NI HABRÁ PAUSA. A pesar de este triunfo musical, Vélez Iturrino no dejó de componer. Son más de 30 los discos que creó pos la acogida de “La luz”. Incluso, para estas navidades presenta una producción discográfica titulada “Navidad con sinfonía” que ya está a la venta en www.store.tallerdelcuatropr.com. El disco incluye un tema grabado con sus nietos menores, Estefanía Martínez (de 13 años), quien es cuatrista; y Ernest (de 16 años), quien el compositor catalogó como “un genio del saxofón”.
Por otro lado, el añasqueño que dirige el programa radial sabatino “Atardecer con el fua’’, transmitido por Waba Radio 850AM, manifestó su descontento porque son ‘‘los trovadores los que consiguen trabajo constante, pero los jíbaros no’’. ‘‘También debe haber más exposición de nuestra música en la radio porque no la hay’’, concluyó.