Cuide su cerebro
Si hemos de hablar de apoplejías, conviene comenzar diciendo que es un grupo de condiciones conocidas como ataques cerebrales, accidentes cerebro-vasculares, “strokes” y, los mal llamados, derrames cerebrales. Esta condición ocurre por la interrupción del flujo sanguíneo a ciertas partes del cerebro. Las consecuencias de este evento pueden ser tan leves como un mareo o tan catastróficas que le paralice parte de su cuerpo, le afecte el habla o, en el peor de los casos, que termine en estado comatoso.
Esta terrible condición es uno de los objetivos principales de las estrategias de salud pública y prevención de enfermedades pues provoca un deterioro enorme en la calidad de vida del afectado y su familia y eleva el costo de los servicios médicos relacionados con la rehabilitación prolongada y complicaciones del paciente. Lo absurdo de todo este tinglado es que la mayoría de estos eventos podrían ser prevenidos con la inversión de varios centavos diarios que es lo que cuesta una aspirina. Además, contamos con tecnología para determinar qué personas están a arriesgo de sufrir alguno de estos ataques.
En la vejez los “strokes” suelen ocurrir por oclusión de las arterias que nutren el cerebro por un coágulo de sangre o por obstrucción causada por hipertensión y diabetes descontrolados. Los coágulos que suben al cerebro provienen de un corazón enfermo (fibrilación atrial) o desprendidos de placas de colesterol formadas en las arterias del cuello. Ambos factores de riesgo (fibrilación atrial y placas carotideas) pueden diagnosticarse con sencillos y económicos estudios no invasivos como ultrasonido de las carótidas, electrocardiograma o un ecocardiograma. En mi práctica médica, suelo solicitar esos estudios cuando las personas al cumplen 50 años, con seguimiento cada 10, aun sin ser reconocidos como procedimientos de cernimiento o “screening” por las autoridades salubristas.
Sin embargo, muchas personas cabeciduras prefieren esperar una apoplejía para luego ser llevadas en silla de ruedas a la oficina de su médico para los exámenes de rigor.