Las ventajas del miedo
¿Puede sobrevivir un joven que nació con el don, o la desgracia, de no sentir temor?
¿Alguna vez has deseado no sentir miedo? Desde siempre, la sociedad ha solido admirar a aquellos que no lo sienten; que son fuertes ante situaciones adversas y las enfrentan con valentía.
Debería de haber alguna ventaja de no temerle al crimen, a los fantasmas o hasta profesarle amor a alguien, ¿no? ¿Cómo sería una vida sin miedo? El dragón dormido, de Mayra Montero, novela juvenil que ganó el más reciente Premio El Barco de Vapor de SM, trabaja este tema de una manera inesperada.
Gustavo, el protagonista de la novela, es un niño de ocho años cuya amígdala del cerebro no funciona como se supone: el niño no siente miedo por nada. Es una emoción que desconoce y no tiene idea de cómo puede afectarle. Pero ¿será bueno no sentir miedo realmente? A lo largo de la trama, descubriremos por qué no lo es. El miedo es un mecanismo de autodefensa indispensable para el ser humano. Sin él, careceríamos de precaución y nos arriesgaríamos innecesariamente.
La novela comienza casi al final, con Gustavo al borde de un acantilado con su mejor amiga Carola, quien está a punto de empujarlo para que sienta miedo. Luego, la narración cuenta cómo los personajes llegaron a ese punto de la historia: se explica el problema con la amígdala, la reacción de sus padres, cómo han intentado buscar tratamiento y diversas situaciones que muestran cómo le afecta la falta de esta emoción.
El conflicto del personaje se explica muy bien a lo largo de la lectura. El comienzo in media res funciona como motor para saber cómo Gustavo llega a arriesgar su vida de tal manera, y crea interés en el final. Choca, sin embargo, el uso de elementos fantásticos que no se ajustan a la realidad establecida por la novela, como sucede con la aparición de un fantasma a mitad de la obra y lo que acontece al final. No obstante, es una interesante exploración de cómo afecta la ausencia de una facultad mental que es vital para nuestra supervivencia.