De cara al “bullying”
Al contrario de lo que algunos podrían creer, el acoso escolar -que implica trato cruel y degradante- no es una conducta agresiva sin consecuencias sino un patrón que puede impactar severamente los aspectos emocionales y sicológicos de niños o jóvenes.
De ahí la necesidad de trabajar con el problema más asertivamente en el ámbito de la educación pública y privada de la Isla, según la psicóloga clínica Joy Lynn Suárez Kindy, codirectora de Parenting Resources, empresa que ha hecho estudios que evidencian la gravedad de la situación.
Según el más reciente estudio, “Bullying in Puerto Rico: A Descriptive Study”, de 2013, el 13% de los estudiantes consultados reveló haber sido víctima de acoso escolar dos veces o más mensualmente durante los dos meses previos a la encuesta. El 34% de los estudiantes de tercer grado, el 18% de los de cuarto grado y el 16% de los alumnos de sexto grado también admitieron haber sufrido acoso en los dos meses previos a la consulta, siendo estos los grados de más riesgo según la investigación. Mientras, el 6% de los estudiantes que participó del estudio admitió haber acosado a otros.
Suárez aclara que “bullying” o acoso escolar no se trata de una broma pesada esporádica, sino que los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades (CDC) lo definieron en 2014 como cualquier conducta agresiva no deseada por parte de otro joven o grupo de jóvenes que involucre un desbalance de poder real o percibido y que sea repetitiva. Esa conducta puede resultar en daño físico, psicológico, social o educativo, agrega Suárez en el libro que acaba de publicar, “Bullying: Violencia Invisible”, que tiene los hallazgos del estudio.
“No hay tal cosa como una escuela en la que no hay “bullying”, la diferencia es que la institución lo sepa identificar y manejar”, afirma Suárez, cuya empresa trabaja para mejorar el clima escolar como medida de prevención contra el acoso escolar.
La especialista indica que es importante capacitar a los profesionales y empleados de escuelas públicas y privadas porque muchas veces no es fácil probar el patrón de la conducta agresiva hacia un menor porque la víctima puede negarlo por miedo a que la situación empeore. Tampoco es fácil probar la intención de hacer daño. “Lo importante es que la intención no tiene que ser verbalizada sino que la tiene que ver el adulto”, explica. Mientras, sobre el aspecto de desbalance de poder, Suárez recalca que puede ser real o imaginario y que es un ciclo parecido a la violencia doméstica, pues se trata de que alguien ejerce poder sobre otra persona.
“En los últimos años se ha añadido el ‘cyberbullying’ (acoso cibernético). Hay una tendencia de menores, especialmente niñas, que normalmente no serían acosadores, que lo están siendo por los medios electrónicos. Esto magnifica el problema porque antes, aunque era horrible, te acosaban en la escuela, se enteraban 20 personas y en tu casa tenías un oasis. Ahora, el acoso escala luego de la escuela y el niño nunca apaga el ‘switch’ porque sigue leyendo lo que publican otros de él”, explica.
Suárez y Maribel Rivera Nieves, de Puerto Rico Stop Bullying Association, dijeron que en la Isla falta mucho por hacer pues, aunque el Departamento de Educación tiene una carta circular sobre el tema, la misma es “letra muerta”, no se implanta.
“Es bien difícil terminar el acoso escolar con una charla. El Gobierno tiene que trabajar con la comunidad educativa y las entidades privadas para hacer esfuerzo real, más allá de ofrecer charlas cada cierto tiempo. Hay que dotar al personal con las estrategias más efectivas de prevención”, declara Rivera, quien también urgió a que se apruebe una ley que condene y tenga disuasivos contra el acoso.