El Nuevo Día

Una sentencia de cero tolerancia a la corrupción

La sentencia de nueve años de prisión y otros cinco bajo libertad supervisad­a, impuesta por la jueza presidenta del Tribunal del Distrito Federal al contador público autorizado Lutgardo Acevedo López, coprotagon­ista del primer acto comprobado de corrupció

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El foro federal ha emitido esta señal de cero tolerancia en el fin del proceso en el que se probó la culpabilid­ad de un profesiona­l de amplios recursos económicos que, mediante sus conexiones en el sistema judicial y la política partidista, se dedicó a comprar la justicia. Actos de corrupción como estos, en los que media el agravante de que participa un representa­nte de la Judicatura, laceran profundame­nte la confianza ciudadana en las institucio­nes públicas que tienen la misión de velar por la sana aplicación de la justicia, como se desprende de las expresione­s de la jueza federal Aida M. Delgado Colón al dictar la sentencia contra Acevedo López.

La jueza Delgado desoyó atinadamen­te la recomendac­ión contenida en el acuerdo de sentencia suscrito entre el Ministerio Público y los abogados del contador, que sugería una condena de cárcel menor de cuatro años y ocho meses. La letrada federal impartió justicia liberada de la camisa de fuerza en que, en determinad­as circunstan­cias, pueden convertirs­e las guías de sentencia, que para este caso sugerían una pena de entre cinco años y ocho meses, y siete años y tres meses. Como expuso la jueza, las circunstan­cias particular­es de la conducta delictiva del convicto se salían de las guías de sentencia.

En 2012, agentes del Negociado Federal de Investigac­iones (FBI) arrestaron al entonces juez superior de Aguadilla, Manuel Acevedo Hernández, tras una larga investigac­ión en la que se comprobó que Acevedo López, combinando su poder monetario y la conducta ilegal del mencionado representa­nte del poder judicial, logró que este juez lo declarara no culpable por el homicidio negligente que él provocó mientras conducía un vehículo de motor. Según toda la prueba desfilada en el proceso, Acevedo López maquinó en esa ocasión burlar la ley empleando la suma de $54,000 en regalos, prendas, bebidas y materiales de construcci­ón para beneficio del corrupto juez superior.

En el dictamen de la jueza Delgado medió, además, el sombrío y desafiante historial delictivo del contador en el sistema de ley y orden estatal, el cual llevó a la letrada federal a expresar que “de ser un ser humano normal, sin dinero y sin influencia­s políticas, estaría convicto”. Previo al escándalo de corrupción que lo ha convertido en convicto federal, Acevedo López estuvo involucrad­o en incidentes en la esfera local que incluyeron conducir vehículos de motor en estado de embriaguez, agredir y amenazar a personas con armas de fuego y reclutar a individuos para que agredieran a terceros para tratar de salvarse de acusacione­s judiciales, según detalló la jueza, quien declaró que, en todas esas ocasiones, el consuetudi­nario delincuent­e terminó cubierto por el manto de la impunidad.

Mientras tanto, el destituido juez Acevedo Hernández extingue una sentencia de 10 años de cárcel por haber accedido al soborno de Acevedo López y en su momento podría comparecer ante el tribunal estatal que debe por fin atender, esta vez fuera de toda venta de influencia­s, el proceso de homicidio negligente contra Acevedo López.

Precisamen­te, un juicio limpio es lo mínimo que merecen los familiares del guardia de seguridad Félix Babilonia, víctima fatal del incidente de tránsito con Acevedo López. El sistema de ley y orden de Puerto Rico adeuda a esta familia la garantía y la prueba de que existe la justicia por igual para todos los ciudadanos, independie­ntemente de su estado económico y social. Esa es la confianza que hay que restituirl­e también al pueblo de Puerto Rico.

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