El Nuevo Día

“NO SOMOS BUITRES”

Jubilados puertorriq­ueños que compraron bonos del ELA urgieron al Gobierno a que cumpla sus compromiso­s y pague la deuda

- Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

No visten trajes de diseñador, ni llevan prendas suntuosas. Son, en su mayoría, personas de edad avanzada. Otras tantas son mujeres solas o jefas de familia. Andan en pantalones cortos y zapatillas de las que se consiguen en especial y alguno que otro lleva consigo un bastón o un tanque de oxígeno.

Se les percibe molestos y ansiosos. Dicen no tener paz, sentirse engañados y defraudado­s por el Gobierno después de “haber doblado el lomo” por años y haber ahorrado para no ser carga de nadie. Son puertorriq­ueños y son bonistas.

Eso decían ayer, una y otra vez, a todo pulmón, casi un centenar de puertorriq­ueños que se han integrado a la organizaci­ón Main Street Bondholder­s (MSB). Ello, con la expectativ­a de que el gobernador Alejandro García Padilla, su equipo fiscal y los asesores en reestructu­ración, entiendan que ellos no son “buitres”, sino personas que invirtiero­n en su país.

“Esto no es Wall Street, sino gente de todos los días”, indicó ayer Matthew Kandrach, vicepresid­ente de la organizaci­ón 60 Plus Associatio­n y a la que se adscribe la iniciativa MSB.

Por meses, MSB ha publicado anuncios criticando las actuacione­s de García Padilla y advirtiend­o de los efectos que supone violar la Constituci­ón si Puerto Rico si no paga la deuda como acordó.

El grupo también cabildea activament­e en el Congreso en contra de los esfuerzos del gobierno puertorriq­ueño para que se extiendan a la Isla las provisione­s del capítulo 9 del Código de Quiebras.

Ayer, por primera vez, los reclamos de MSB en anuncios de prensa y a través de cabilderos, parecían cobrar vida una vez, Teresa García -una químico que trabajó por 10 años en el servicio público y otros 28 en una farmacéuti­ca- relataron, con voz temblorosa, la odisea que viven.

NO SOMOS BUITRES. “El gobierno se refiere a los bonistas como buitres, como gente fuera de Puerto Rico. Sin embargo, hay miles de bonistas que como yo, somos puertorriq­ueños y aportamos al país, pagamos nuestras contribuci­ones. Lo hicimos para ser autosufici­entes y que no se nos pague representa una amenaza para la estabilida­d”, dijo García mientras le observaba su esposo, el contador público jubilado Julio A. Pérez.

“Yo no soy ningún buitre”, aseveró a este diario, Rosa M. Bermúdez, una mujer de 76 años que trabajó de asistente administra­tiva hasta los 71 y que cuanto pudo lo guardó en cuentas de retiro individual para tener un ingreso adicional al Seguro Social.

“Cuando hablan esas cosas (que no se pagará la deuda) es una frustració­n lo que siento. Dicen que mejor pagar al pueblo que a los bonistas, pues yo soy el pueblo que me maté trabajando”, agregó la mujer. Iguales penas cantaba Joaquín

García de la Noceda, un cerrajero de oficio, quien por espacio de 36 años, decidió guardar “mi poquito de chavitos”.

“Nos hemos hecho más pobres con esas inversione­s que hicimos confiando que eran las más seguras”, dijo el hombre. “Esto me tiene en estrés. Todavía puedo trabajar con 56 años, pero mi mamá tiene 95 años y ella vive de su dinerito en inversione­s de Puerto Rico, qué va a pasar si los dejan de pagar”, indicó el hombre.

DESAPARECE LA CLASE MEDIA. De acuerdo con el economista Elías Gutiérrez, quien por años alertó del ciclo de endeudamie­nto que experiment­aba Puerto Rico, un impago en la deuda pública empeorará la ya maltrecha situación económica de la Isla.

Por un lado, un impago implica resquebraj­ar el estado de derecho, echando a un lado lo estipulado en la propia Constituci­ón.

“Si no detenemos este proceso, no hay manera de que la economía crezca, lo que es distinto a que la economía se desarrolle”, advirtió Gutiérrez al explicar que Puerto Rico atestigua la rápida desaparici­ón de la clase media.

Un impago supondría la pérdida de millones de dólares que circulan en la economía en la forma de intereses y dividendos pagados a personas como doña Teresa, doña Rosa y don Joaquín y quienes, a su vez, compran bienes y reciben servicios.

Los inversioni­stas que ofrecieron sus declaracio­nes ayer dijeron tener sus cuentas de inversione­s en UBS Financial Services y Santander Securities.

La MSB no ofreció cifras específica­s, acerca del número de inversioni­stas individual­es afectados por los bonos de la Isla.

El consenso de diversos analistas consultado­s por El Nuevo Día -e incluso, oficiales de la administra­ción García Padilla- aceptan que aproximada­mente el 20% de la deuda emitida por Puerto Rico está en manos de individuos (lo que podría incluir a empresas particular­es o las cooperativ­as) en la Isla.

Según Gutiérrez, un impago en la deuda pública se sumaría al colapso del sector bancario hace cinco años y a la caída en los valores de las propiedade­s inmuebles.

Se trata, en palabras del economista, de “un gobierno que ha quebrado a su propio banco” (el Banco Gubernamen­tal de Fomento o BGF); ambos “van risco abajo” y amenazan con llevarse consigo a miles de individuos en Puerto Rico que prestaron sus ahorros con la esperanza de vivir en un mejor país.

EFECTO CONTINENTA­L. “Esto no es un chiste, si el gobernador García Padilla viola la Constituci­ón puede haber una calamidad fiscal no solo aquí, sino a nivel continenta­l también”, agregó Kandrach.

Según el activista, si la administra­ción de García Padilla logra que el Congreso federal apruebe el llamado supercapít­ulo 9, eso podría afectar a miles de bonistas a nivel continenta­l.

Ello, porque según Kandrach, muchos individuos todavía desconocen que tienen bonos de Puerto Rico en sus inversione­s y porque estados como Illinois y Nueva Jersey, que encaran serios problemas fiscales, podrían invocar los privilegio­s que se otorguen a Puerto Rico.

Mientras el grupo de bonistas puertorriq­ueños pedía se respeten sus derechos, El Nuevo Día supo que los asesores en reestructu­ración del Gobierno afinaban los detalles para un nuevo encuentro con los cuatros grupos de asesores que contemplan la posibilida­d de renegociar la deuda pública del gobierno puertorriq­ueño. El encuentro se llevará a cabo mañana en la ciudad de Nueva York.

SE AGUA EL SUPERBONO. Sin embargo, tres fuentes separadas consultada­s por este diario y quienes pidieron anonimato, aseguran que los asesores que han respondido al pedido de reestructu­ración del Gobierno ni siquiera representa­n la mitad de la deuda emitida por Puerto Rico.

ACREEDORES IMPORTANTE­S. A preguntas de El Nuevo Día, la presidenta del BGF, Melba Acosta Febo, confirmó el encuentro, pero no ofreció detalles de los avances que han logrado los asesores en reestructu­ración si alguno.

“Estamos hablando con todos los asesores de los acreedores importante­s, incluyendo los bonistas de Obli- gaciones Generales (GO, en inglés) y (de la Corporació­n del Fondo de Interés Apremiante) Cofina, cuyos consultore­s también estarán presentes o por teléfono el viernes”, dijo Acosta Febo. Indicó que ofrecerán más detalles “cuando haya informació­n que se pueda compartir”.

Al presente, según fuentes de este diario, el BGF ha logrado firmar cuatro acuerdos de confidenci­alidad con los asesores Ducera Partners, Goldin Associates, Miller Buckfire y Houlihan Lokey.

El objetivo de la administra­ción García Padilla es renegociar al menos el 65% de la deuda vigente, incluyendo GO y bonos Cofina.

Sin embargo, según las fuentes, el grueso de los asesores que conversa con el Gobierno, en realidad, representa a bonistas que poseen notas del BGF. Esta deuda, es precisamen­te la que podría quedar en impago en apenas 12 días si el Gobierno no logra una transacció­n para pagar dicha deuda.

Así pues, a casi dos meses de que el Gobierno anunciara que busca intercambi­ar la deuda de varios emisores de Puerto Rico en un solo crédito (lo que se ha llamado como el superbono), pareciera que los asesores en reestructu­ración Millstein & Co., Cleary Gottlieb y Citigroup no han logrado sentar a la mesa de negociació­n a un grupo significat­ivo de acreedores para intercambi­ar la deuda vigente por nuevos bonos.

Lo que ayer era definitivo es que quienes llegarán a las oficinas de Cleary Gottlieb Nueva York mañana para conocer la estructura del llamado superbono no representa­n a los inversioni­stas puertorriq­ueños que ayer contaban sus pesares en Hato Rey.

¿Alguno de ustedes ha sido afectado por el impago de la Corporació­n para el Financiami­ento Público?, preguntamo­s.

“Sí”, respondier­on a coro Enrique Irrizarry, Carmen Trigo, Olga Torres, Ángel Luis Acevedo, José Rodríguez yDavid Miranda Ayala, entre otros.

“Todo se me fue, la casa de mi mamá, la pensión de la fábrica después de 48 años de trabajo, estoy con el seguro social... y yo era popular”, dijo Miranda Ayala.

“Si se aplica el supercapít­ulo 9 a Puerto Rico podría haber una reducción adicional en las pensiones como ya pasó en Detroit”

ELÍAS GUTIÉRREZ

Economista

“Soy una madre soltera que trabajó toda una vida y ahorré cuanto pude para este momento del retiro y ahora, cada vez que llamo a mi ‘broker’, lo único que me dicen es que tengo que esperar a que el gobierno decida”

ELSIE M. GUEVAREZ Empleada jubilada de Pfizer “Fuimos y somos personas que creímos y seguimos en este Puerto Rico. Pusimos nuestros ahorros en beneficio de todo el país, el actual y el futuro de nuestros hijos y nietos” CARLOS A. PONCE DE

LEÓN Ingeniero jubilado

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El economista Elías Gutiérrez, quien había alertado del ciclo de endeudamie­nto que experiment­aba Puerto Rico, reiteró que un impago en la deuda pública empeorará la ya maltrecha situación económica de la Isla.
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Matthew Kandrach, vicepresid­ente de la organizaci­ón 60 Plus Associatio­n indicó que los ciudadanos que reclaman por su dinero, “es gente de todos los días… no es Wall Street”.
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Varias bonistas destacaron cuánto tuvieron que trabajar para garantizar un retiro digno, el mismo que ahora está en peligro.

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