El Nuevo Día

El que se mueve no sale en la foto

- Carlos J. López Feliciano Abogado

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tuvo un destacado líder que ocupó la vicepresid­encia del gobierno de Felipe González, fue uno de los artífices de la Constituci­ón Española postfranqu­ista, fue miembro del Congreso de los Diputados por muchos años y secretario de Organizaci­ón del PSOE. A este destacado político, de nombre Alfonso Guerra, se le atribuye la frase “el que se mueve no sale en la foto”. Con esta sencilla expresión advertía o amenazaba a cualquier disidente o de pensamient­o distinto de su partido con retirarle su respaldo en sus aspiracion­es a cargos electivos.

En Puerto Rico, como en otras democracia­s, el ordenamien­to político lo organizan y desarrolla­n los partidos, lo que se le denomina “partidocra­cia”. Históricam­ente se llega al poder gubernamen­tal por conducto del partido al que el ciudadano se afilia. Aquí son muy pocos, y me parece que un aspirante a la alcaldía de Cabo Rojo lo logró hace algunos años, los líderes políticos electos de manera independie­nte. Vivimos en una sociedad de partidos y así lo reconoce nuestra Constituci­ón. El problema con la afiliación a un partido es que hay partidos que practican la democracia interna, o sea, el libre intercambi­o de tendencias e ideas; otros que la democracia interna la practican con ciertas limitacion­es; y otros que no toleran ninguna disidencia o forma distinta de pensar, particular­mente en lo que se refiere al líder máximo del partido, lo que constituye una reminiscen­cia del viejo “caudillism­o criollo”.

Próximas las primarias, donde se selecciona­rá a los que aspirarán a los puestos públicos en las elecciones generales, emerge la irónica y sarcástica advertenci­a de Alfonso Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”. Usualmente los partidos encomienda­n a sus secretario­s amarrar a los potenciale­s candidatos a sus líderes máximos y a las ideas de estos. Si no coinciden con todas las ideas del líder, que usualmente es el candidato a gobernador, están en riesgo de no ser candidatos. Da la impresión de que se trata de un tipo de “absolutism­o directivo”, lo que es contrario a la esencia de la democracia participat­iva que garantiza nuestra Constituci­ón. Así, a los llamados “disidentes” se les margina y hasta se les amenaza, abierta o veladament­e, con impedir sus candidatur­as. Esto se da en todos los partidos, aunque en unos más que en otros.

La renovación de ideas y personas es imposible en los partidos si su funcionami­ento interno no es democrátic­o. Ante la ausencia de selección entre diferentes propuestas que compitan por captar el voto, libre y secreto de los afiliados, se perpetúa el pensamient­o único y se dificulta la renovación ideológica. Los líderes de los partidos que en Puerto Rico hoy compiten para acceder al poder deben tener presente que los partidos donde militan fueron desprendim­ientos de partidos originario­s que no supieron fomentar la democracia entre sus miembros y no fueron tolerantes con los afiliados que proponían distintas ideas y pensamient­os. Estos líderes deben reconocer que si no se permite el libre intercambi­o de ideas y de personas, la historia podría volver a repetirse.

Tras la lamentable y prematura muerte del excelente legislador Carlos Vargas Ferrer, el liderato de su partido, en tiempo récord, llenó la vacante sin ni siquiera dar oportunida­d a otros miembros del partido a competir por la posición. Se repiten los errores del pasado, causa principal para el desprendim­iento y surgimient­o de nuevos movimiento­s y partidos.

Me tomo la libertad de aconsejar a los miembros de los partidos que en algo pueden diferir de los máximos dirigentes o de la férrea ideología que predican: no le hagan mucho caso a los que los amenazan con que si se mueven no saldrán en la foto. Tal actitud es una afrenta a la democracia que los mismos partidos se vanagloria­n en defender. Mantengan sus conviccion­es de manera firme y sin temor porque el pueblo sabe de su compromiso y honestidad intelectua­l. El cambio puede lograrse desde adentro, es cuestión de persistenc­ia y tiempo. Me atrevo a pronostica­r que los que hoy lanzan las advertenci­as o amenazas, son los que en su día no estarán en la foto.

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