El país de nunca jamás
Sueño con un nuevo país donde los gobernantes nunca jamás endeuden al pueblo más allá de su capacidad de pago. Un país donde la Constitución no priorice el abono a la deuda pública antes de garantizar los servicios a los ciudadanos.
Quiero un país donde se respete un tope constitucional a la deuda pública y los que autoricen violar ese límite respondan penalmente por sus acciones. Un país que garantice la pureza de los procedimientos financieros, donde el Contralor audite la deuda pública anualmente y los gobernadores rindan cuentas al concluir su administración.
Aspiro a un país donde nunca jamás se posponga devolver los reintegros que pertenecen a los contribuyentes. Un país donde no se gasten millones en asesores extranjeros para hacer el trabajo que le corresponde al gobierno. Tampoco quiero un país donde se den contratos millonarios a amigos y correligionarios del gobernante.
Un país donde las corporaciones públicas no sean controladas por bonistas extranjeros. ¿Por qué no podemos organizar todos los servicios públicos en forma cooperativa? De esa manera no será parte del gobierno ni la Autoridad de Energía Eléctrica, ni la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, ni la Autoridad Metropolitana de Autobuses. Vamos a organizarlas cooperativamente y así serán verdaderamente del pueblo. También, podemos organizar una cooperativa de salud que establezca un seguro universal. Propongámonos que nunca jamás los servicios esenciales del pueblo estén controlados por intereses capitalistas.
Anhelo un país donde nunca jamás la mitad de la población viva en la pobreza y se impongan impuestos que drenan los magros recursos de la mayoría de la población. Un país que no ponga su futuro en manos de un Congreso extranjero en el cual no tiene representación efectiva. Los boricuas nos merecemos un país donde nunca jamás se nos humille como pueblo.