El Nuevo Día

Roberto Carlos se entrega en la Isla

Complació a la audiencia boricua en un concierto cargado de emociones que ofreció el miércoles en el Coliseo de Puerto Rico

- Michelle Estrada Torres Michelle.estrada@gfrmedia.com Twitter: @mestradato­rres

Roberto Carlos compartió los mayores éxitos de su carrera con renovado sonido, en arreglos distintos a los originales pero con la voz potente de siempre, durante su concierto el miércoles por la noche en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, en San Juan.

Apoyado de una sólida banda de 19 músicos, incluyendo una destacada sección de violines, el cantautor brasileño presentó su más reciente disco, “Primera Fila”, grabado en vivo en mayo de este año en los estudios Abbey Road de Londres, Inglaterra.

El espectácul­o de dos horas de duración fue entretenid­o y el artista, a pesar de que al principio de la velada dijo que era de poco hablar y que por eso dedicaría la noche a cantar, habló mucho, introdujo la mayoría de las 21 canciones del repertorio y se valió de anécdotas para conectar con su público puertorriq­ueño.

Por su parte, los músicos, dirigidos por Tim Mitchell –quien tuvo a cargo el disco grabado en español y portugués, y ahora la gira de conciertos-, demostraro­n su maestría y brindaron piezas nítidas, luciendo cómodos y a gusto en tarima, energía que transmitie­ron en cada número.

Del otro lado, la audiencia, compuesta mayormente por adultos mayores de 50 años de edad, se disfrutó cada número, cantó, gritó, silbó y aplaudió sonorament­e a lo largo del recital que ocupó la versión pequeña del coliseo.

“Buenas noches. Qué gusto, qué placer verlos aquí en San Juan de Puerto Rico, aquí en el Coliseo de Puerto Rico. Es hermoso. Gracias por este amor, por estas cosas lindas, maravillos­as, que siempre he recibido de ustedes, yo creo que desde que nací. No necesitan decirme que hace mucho tiempo de eso, yo lo sé (el público ríe). Gracias por haber venido”, fueron sus primeras palabras.

Acto seguido, interpretó “Qué será de ti” y “Cama y mesa”. Antes de presentar “Detalles”, comentó que estas reinterpre­taciones de sus clásicos “son arreglos diferentes de los originales, algunos me sorprendie­ron, algunos me asustaron, me chocaron por radicales”, aunque finalmente los calificó de “radicales pero maravillos­os”.

“Desahogo” antecedió uno de los momentos más emotivos.

“Yo hice esta canción hace mucho tiempo y cuando la hice, la hice con mucha alegría y mucho amor. En realidad hoy la canto sin alegría, pero el amor también no es igual porque esa cada vez más grande, por mi madre”, verbalizó el llamado “Rey de la música latina” antes de entonar “Lady Laura”, una de las instancias en que los vio- linistas lucieron sobre el resto de la banda.

“Mujer pequeña”, movida y con un destacado solo de guitarra, fue aprobada con un gran aplauso. Le siguieron “And I Love Her”, de Paul McCartney cuando estaba en los Beatles; “Ilegal, inmoral o engorda”; “El portón” y “Tu regreso”.

“Siempre he hecho canciones de amor, pero un día pensé: ¿habré hablado del amor todo lo que siento y pienso? Y llegué a la conclusión de que no, que no había dicho todo o por lo menos muchas cosas. Llegué a la conclusión de que faltaba hablar de sexo”, expresó el artista de 74 años ante los gritos de las féminas.

“Entonces me atreví y dije ‘no puedo dejar de decir las cosas que pienso’”, agregó al introducir “Propuesta”, donde otra vez los violines resaltaron. Al final, se escucharon silbidos y varios “bravo” desde las gradas.

“Jesús Cristo”, en la que el público le acompañó con aplausos, fue el cierre preliminar. Luego de decir múltiples veces “gracias”, Roberto Carlos comenzó a lanzar rosas rojas y blancas al público ubicado en arena y en los laterales, lo que provocó que las fanáticas se aglomerara­n con la esperanza de alcanzar alguna.

Tras la falsa salida y ante los gritos de “otra”, volvió para cantar “Amada amante”. Se volvió a retirar y el público volvió a llamarle, pero la banda se quedó y comenzó a tocar “Amigo.” Los que iban por el pasillo se quedaron a medio camino para escuchar la famosa pieza.

Y Roberto Carlos lo hizo otra vez. Salió brevemente del escenario, pero esta vez la gente no se movió. Entonces regresó para cerrar finalmente el show con el himno “Un millón de amigos”.

“Gracias” fue su última expresión, previo a decir adiós con su mano derecha, tocarse el corazón y desaparece­rse entre las cortinas negras de fondo. Entonces sí, el público aplaudió a la banda y abandonó el recinto.

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El cantante se valió de anécdotas para conectar con su público puertorriq­ueño durante sus dos horas de presentaci­ón.

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