Velada de jazz y filin
La segunda y última noche del Puerto Rico Jazz Jam rindió tributo a Carl Tjader y se llenó de grandes voces
Un histórico junte de algunos de los mejores intérpretes de la canción popular puertorriqueña –Nydia Caro, Dagmar, Chucho Avellanet, Andy Montañez y las juveniles cantantes Carola Ausbury y Michelle Bravaculminó la séptima edición del Puerto Rico Jazz Jam, el sábado en el Teatro Tapia de San Juan.
Fue un magnífico despliegue de voces queridas por varias generaciones de puertorriqueños, voces que ya forman parte de la conciencia colectiva del país, con la novedad de que aquí le dieron un giro jazzístico a sus interpretaciones. Lo hicieron con total entrega, profesionalismo y calidez, en una memorable noche de “filin”.
Previamente, Raúl Rodríguez y su Cal Tjader Tribute Band inauguraron la velada con un homenaje al legendario vibrafonista, heredero directo de la tradición musical de Tito Puente, Machito y Chico O’Farrill.
Con Lenny Prieto en el piano, Ricardo Lugo en el “baby bass”, Charlie Sierra en timbal, Jimmie Morales en congas y el propio Rodríguez en vibráfono y marimba, el grupo interpretó seis temas clásicos de Tjader, “Para ti”, “Alonzo”, “Mambo terrífico”, “Viva Cepeda”, “Guachiguaro” y “Afro Blue”, inmortal composición de Mongo Santamaría.
Con incuestionable destreza técnica y sabrosura rítmica, que arrancó sonoros aplausos, el quinteto se adhirió mayormente a los arreglos originales de Tjader, sin recrearlos; una expresión más personal del espíritu de exploración que caracteriza al mejor jazz hubiera elevado esta música a niveles aún más altos.
Recordando las aportaciones de los grandes maestros del filin, tales como los compositores César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y Frank Domínguez, así como la inolvidable Lucy Fabery, Humberto Ramírez inauguró la segunda mitad del concierto. El trompetista, compositor, líder de orquesta y productor del Puerto Rico Jazz Jam reclutó un trío de primera categoría para acompañar a los cantantes invitados: Ángel David Matos en el piano, Junior Irizarry en el bajo acústico y Mario Pereira en la batería. Juntos inauguraron este segmento con la interpretación de “En todo momento”, un bossa nova suave, de tempo medio y dulce melodía, que Ramírez compuso en honor de su fenecida madre. Este tema, así como varios de los que siguieron a continuación, está inclui- do en la nueva producción discográfica de Ramírez, “Bohemia Jazz”.
Dos jóvenes cantantes, Carola Ausbury y Michelle Brava, tuvieron a su cargo la apertura de la parte vocal del concierto. Ambas tienen sus fortalezas: Ausbury posee una voz de amplio registro y los manerismos dramáticos que caracterizan a algunas de las divas del jazz, como lo demostró en “Olas y arena”; Brava tiene una tesitura vocal cálida, hermosa y perfectamente equilibrada, según se escuchó en “Verdad amarga”. Esta última pieza sirvió de marco para el primero de varios solos magistrales de Ramírez en trompeta o fliscorno; toda una cátedra de auténtico filin. Ausbury y Brava se unieron luego para entonar “El hombre que me gusta a mí”, con acompasadas cadencias de Nueva Orleans.
Las dos participaciones de Nydia Caro fueron memorables. En “Cry Me a River”, la trompeta asordinada de Ramírez aportó matices de blues a su incomparable voz. “Vete de mí”, sin embargo, fue aún mejor, una interpretación hermosísima y profunda con la que Caro demostró por qué su arte nunca pierde vigencia. Una belleza absoluta, que el público reconoció ovacionándola.
Algo similar ocurrió con los dos temas que cantó Andy Montañez, “Imágenes” de Frank Domínguez y “Si no eres tú”, de don Pedro Flores. Alejado de los tonos agudos que utiliza en muchas de sus interpretaciones salseras, Montañez dio cátedra de sentimiento y fraseo jazzístico. El brío del solo de Ramírez en el segundo tema recordó a un gigante de la trompeta, Wynton Marsalis.
La revelación de la noche, no obstante, fue Dagmar, quien exhibió su clara vena jazzística en “Cuando vuelva a tu lado” y “Bésame mucho”. Evidentemente feliz de estar en el escenario, la cantante y animadora de televisión hizo gala de un talento vocal que muchos podrían desconocer, con exquisito fraseo y apasionada entrega. El solo de piano de Matos fue un deleite en la segunda pieza. Tal y como lo manifestó el propio Ramírez, Dagmar debería cantar más; el público se lo agradecerá.
Con su naturalidad, simpatía y calidez de siempre, Chucho Avellanet cerró la memorable velada con “Tus ojos” y “Tú mi delirio”, de magistral excelencia vocal. Este último es un tema complejo, que exige al intérprete emplearse a fondo, más aún en una versión jazzeada. Avellanet estuvo a la altura del reto, demostrando por qué es una de nuestras voces más queridas.