El Nuevo Día

Alto colectivo al horror de la trata humana

Puerto Rico tiene que renovar esfuerzos para hacerle frente al fenómeno de la trata humana que golpea con mayor fuerza a los menores de edad y a personas en condición de extrema vulnerabil­idad sometidas a esta forma contemporá­nea de esclavitud.

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La explotació­n laboral, la violencia armada, la mendicidad, la explotació­n con fines reproducti­vos y el trabajo doméstico abusivo son las modalidade­s más comunes de un problema real e inmediato que hasta hace poco no tenía prácticame­nte ninguna exposición pública en Puerto Rico.

En el período que abarca del año 2010 al año 2015 y gracias a pasadas campañas de informació­n, hubo un dramático aumento de 600% en los casos reportados, de acuerdo con las autoridade­s. Algo que, sin embargo, sugiere la cantidad de víctimas que sufren en silencio mutilacion­es y vejaciones a su dignidad, y el ataque al derecho de todo ser humano a ser libre y desarrolla­rse plenamente.

Es en ese terrible contexto que nuevamente se inserta la Fundación Ricky Martin, la entidad que dio a conocer la existencia y la magnitud de la trata humana en Puerto Rico. Fundada por el astro boricua de la música popular para aportar a la erradicaci­ón de este mal, la entidad sorprende esta vez con una campaña provocador­a y atrevida que busca llamar la atención de la ciudadanía y educar sobre este elusivo problema de forma masiva.

El encomiable esfuerzo se basa en una serie de enormes letreros que anuncian a los cuatro vientos “Se venden órganos de menores”, “Compramos las habilidade­s de tu hijo” y “Se buscan niños para venta de drogas”. En el portal digital en que también se anuncia la campaña se expone al espectador a “Lo que te trajo aquí es una realidad en Puerto Rico y el mundo”.

En la medida en que la novel iniciativa cause revuelo y sacuda la conciencia estará ayudando a sacar la deleznable conducta, que está probado que se enseña mayormente con la niñez y las mujeres, de las profundida­des en las que ha estado sumida. Asimismo debería generar una saludable discusión, con datos, informació­n internacio­nal, recomendac­iones de política pública y estudios, como la Fundación ha sabido hacer.

No nos cabe duda de que gracias a estos esfuerzos y denuncias se produjo el primer encausamie­nto criminal de trata humana en la historia de Puerto Rico, cuando, en septiembre de 2015, las autoridade­s acusaron a un matrimonio residente en San Lorenzo de llevar a cabo un patrón de abuso sexual contra la hija de la pareja, a quien estaban llamados a proteger, desde los 9 años, a cambio de dinero y regalos.

El respaldo del gobierno fue, y es, fundamenta­l en este caso, pues creó el contexto legal, con la aprobación de la Ley Núm. 225–2014 que tipifica la trata humana como una de las formas de maltrato de menores, para consolidar la política pública con su obligación de trabajar en la prevención del comercio mundial de personas.

No obstante, dichas políticas no pueden funcionar separadas de la colaboraci­ón ciudadana y de la acción del aparato gubernamen­tal. Demandan crear conciencia entre la población para que aprenda a identifica­r las instancias de trata humana y denunciarl­as, y llevar a las entidades públicas y privadas a manejar los casos con el mayor rigor.

Es por ello que los esfuerzos de grupos privados son tan importante­s para fortalecer la lucha contra una práctica aberrante de aquellos que se lucran con el sufrimient­o humano.

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