El Nuevo Día

Hay que cobrar las deudas millonaria­s

La revelación de que al menos la mitad de los 2.2 millones de conductore­s adeuda al Departamen­to de Transporta­ción y Obras Públicas (DTOP) más de $650 millones en multas de tránsito vencidas por los pasados 15 años es claro reflejo de la incapacida­d del a

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Estas deudas por cobrar retratan al DTOP como una agencia objeto de burla. Hay casos en los que un solo conductor debe multas por hasta $5,000. A los deudores solo se les obligaría a pagar cuando se someten al proceso de renovación de la licencia. Sin embargo, los casos de corrupción relacionad­os con la eliminació­n de multas de los sistemas de los Centros de Servicios al Conductor (CESCO) evidencian que el sistema de cobro, además de ineficient­e, está lejos de ser confiable. Súmese a esta situación el hecho de que 132,072 personas manejan con la licencia vencida.

Esta incapacida­d administra­tiva no se limita a las operacione­s del DTOP. Padecen del mismo mal entidades públicas como la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y el Centro de Recaudació­n de Ingresos Municipale­s (CRIM), ejemplos de crasa negligenci­a en el cobro de deudas acumuladas.

Corporacio­nes públicas, agencias estatales y organismos federales adeudan a la AEE al menos $300 millones. Mientras, el CRIM tiene por cobrar cerca de $2,966 millones en contribuci­ones sobre la propiedad inmueble y otros $704 millones sobre la propiedad mueble, que se han acumulado por 42 años.

Paradógica­mente, las mencionada­s deudas por cobrar casi palidecen ante la millonaria cuantía a la que asciende la evasión contributi­va en Puerto Rico, calculada en $2,000 millones en 2013.

Han sido pobres los frutos de las amnistías del Departamen­to de Hacienda que conceden incentivos tales como el relevo de pago de intereses, recargos y penalidade­s sobre las deudas por concepto de contribuci­ón sobre ingresos, con- tribución sobre caudales relictos y donaciones, Impuesto de Venta y Uso (IVU) y de retención en el origen de contribuci­ones sobre ingresos y arbitrios.

La incapacida­d de Hacienda para acceder al dinero que necesita para su operación incide gravemente en los retrasos de sus pagos a suplidores –e incluso sobre los impagos de sus deudas con bonistas y otros acreedores– mientras de ordinario la agencia denuncia las enormes cantidades de dinero que dejan de recibir las arcas públicas como consecuenc­ia de la evasión contributi­va.

Es evidente que Hacienda carece de un mecanismo riguroso y permanente que obligue al cumplimien­to de la ley y se haga sentir con toda su contundenc­ia en los evasores. Para atajar la ineficienc­ia de su sistema de recaudos, que abona al desastre financiero del País, Hacienda está ahora embargando negocios que dejaron de depositar sumas cuantiosas del IVU cobrado a los consumidor­es.

Esta ineptitud es lo menos que Puerto Rico necesita ahora en medio de la sequía de las arcas públicas y de los retos de las obligacion­es de cerca de $70,000 millones que el gobierno tiene con sus acreedores, que amenazan hasta la prestación de los servicios esenciales.

Este pobre desempeño es un argumento contundent­e para llevar a cabo la reestructu­ración que inyecte al gobierno la eficiencia que tanto necesita para allegar a la bolsa pública esos ingresos cuantiosos que siguen vergonzosa­mente en la calle.

El Estado tiene que descargar firmemente su responsabi­lidad de cobro, para así detener una práctica que a quien más afecta es al pueblo.

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