El Nuevo Día

Obama y sus diez deseos

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En el argot político es un “lame duck” (pato rengo/cojo que no puede liderar la bandada). Se le llama así al político que abandonará su cargo y no será reelecto. Habla con libertad sabiendo que sus palabras y deseos no tienen eco en nadie.

Esto es así porque Barack Obama sabe que tiene el Congreso en su contra y que las medidas o deseos que proponga no llegarán a ningún lado. Así se saca de la manga diez conjuros que resolvería­n los problemas de los Estados Unidos y de Puerto Rico.

Se parece al Papa deseando bienestar para todos pero sin vender sus tesoros y riquezas, ni repartirla­s a los pobres. Como decía mi padre: “Los pobres tendrán un gran corazón y misericord­ia mientras sean pobres”.

En el cuatrienio pasado, Obama tenía el Congreso a su favor y poco o nada hizo por mejorar la situación de los ciudadanos norteameri­canos, incluidos los puertorriq­ueños. Ahora que sus palabras son como semillas que caen entre cizaña y no germinarán pues no tiene las herramient­as para llevar a cabo sus planteamie­ntos, quiere aparentar un legado que nunca soñó.

En el caso de Puerto Rico, todavía puede autorizar al Tesoro a que le inyecte capital a nuestra maltrecha economía, pero eso no es parte de sus 10 deseos. Tampoco realizó el tan cacareado referéndum sobre el status de aquí. Nada, que al igual que los pobres, Obama sueña con diez deseos, pero los sueños, sueños son. Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino. Teodoro Quiñones

Moca

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