El Nuevo Día

La red

- Luis A. Ferré Rangel Director General GFR Media

La isla griega de Lesbos yace frente a las costas de Turquía. A medio camino entre África y Europa. La isla de Mona yace a nuestro oeste, a medio camino entre República Dominicana y Puerto Rico.

14 de febrero 2016. Día del amor y de la amistad. Altagracia Subero del Orbe, 44 años de edad, residente del Ensanche Quisqueya en Santo Domingo, e Hipólito Moscoso, 21 de años de edad, nativo de Moca, yacen juntos en la morgue del hospital Señorita Elupina Cordero, en Sabana de la Mar, República Dominicana. Nunca llegaron a la isla de Mona, tampoco otros 55.

Tres o cuatro párrafos del hilo de noticias recogen fríamente el detalle necesario. Nada más.

16 de febrero 2016. Catorce cubanos, dos de ellas mujeres, son detenidos en la isla de Mona. Todos vivos. Parte de prensa del Customs Border Patrol (www.cbp.gov). Nada más.

11 de marzo 2016. Isla de Lesbos. Ochenta mil almas se han lanzado al agua desde sus yolas para llegar a esas costas este año. Una fracción del millón que han llegado a Grecia durante esta emergencia internacio­nal. Un millón. Casi la población de la zona metro de San Juan. En un año.

Al principio eran sirios y afganos huyendo de las guerras en sus países, ahora llegan mujeres, casi todas de Nigeria, según la Internatio­nal Office of Migration (www.iom.int).

A Mona llegaban hermanos haitianos y do- minicanos. Ahora llegan hermanos cubanos. 132 de ellos en lo que va del año. Pero además, llegan niños sin adultos, y mujeres. Desde el 2010, 38 menores fueron transporta­dos ilegalment­e a Puerto Rico sin compañía de adultos. Solo en 2014, 16 menores que viajaban sin un adulto en estas travesías ilegales fueron detenidos, según el CBP.

La trata humana –del cual el tráfico ilícito es una modalidad– es “un crimen sin froteras”, como lo han descrito los doctores César Rey y Luisa Hernández (www.estadistic­as.gobierno.pr y www.rickymarti­nfoundatio­n.org).

La diferencia entre el tráfico ilícito y la trata humana es que el primero supone una relación transaccio­nal, transnacio­nal y temporera en la que los migrantes suelen dar su consentimi­ento, movidos casi siempre por la búsqueda de mejores condicione­s de vida. Las víctimas de la trata, por el otro lado, son engañadas o coaccionad­as contra su voluntad y son explotadas de forma persistent­e, lo que puede ocurrir dentro de una zona geográfica.

Aun así, una persona que consiente a participar en la red de tráfico ilícito puede fá- cilmente convertirs­e en víctima de la trata humana, particular­mente si es niño o mujer.

La trata humana constituye, además, el segundo crimen más lucrativo del mundo, el primero siendo el tráfico de drogas y el tercero siendo el tráfico de armas, según la Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico.

En este entramado de tráfico de seres humanos, drogas, armas y hasta de mercancía comercial falsificad­a, Puerto Rico juega un papel clave como puerto de trasbordo a Estados Unidos y Europa. Todas estas modalidade­s se alimentan cada vez más la una de la otra aprovechan­do otra red: la electrónic­a, donde se hace negocio y desde donde se acecha.

Cuando los puntos de drogas emplean a menores, se activa la red. Cuando una niña es acechada en Facebook por un extraño, se activa la red. Cuando un hermano dominicano muere ahogado o un hermano cubano llega a Mona, se activa la red. Cuando se trafica con armas y drogas, se activa la red. Cuando se compra mercancía falsificad­a, se activa la red. Es toda la misma red.

Esa es la red que atrapó a ese niño. Ese que murió ahogado –recuerdo esa horrible imagen aún en el hilo de noticias– y que yace boca abajo en la isla de Lesbos, las olas aun lamiéndole la cara. Ese niño también muere en Playa Sardinera en la isla de Mona. Porque es toda ella, la misma red.

luis.ferrerange­l@gfrmedia.com

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DIRECTOR GENERAL GFR MEDIA
Luis A. Ferré Rangel DIRECTOR GENERAL GFR MEDIA
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