El Nuevo Día

Capacitan a cuidadoras informales

Ciencias Médicas diseña programa con temas de geriatría y gerontolog­ía para mujeres dominicana­s

- Mildred Rivera Marrero Riveramild­red56@gmail.com Twitter: @MildreddRi­vera

Saben cómo cuidar a un adulto mayor, lo que necesita si deambula o si está postrado en cama, y hablan con conocimien­to sobre la prevención de úlceras, administra­ción de medicament­os, insulina, suero y otros tratamient­os más complicado­s.

En su gran mayoría, las cuidadoras informales (que laboran por cuenta propia) no tienen educación en enfermería, pero la experienci­a les ha dado el conocimien­to para manejarse casi como si lo fueran. Se dedican a ofrecer servicios en el hogar a personas envejecida­s que pueden o no tener una incapacida­d, pero que ciertament­e necesitan una ayuda.

En Puerto Rico, hay cientos de cuidadoras informales y muchas de ellas son dominicana­s. Por eso, cuando el Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universida­d de Puerto Rico quiso ofrecer un programa educativo para fortalecer los conocimien­tos de estas trabajador­as hizo un acuerdo con el Consulado de la República Domicana.

El programa tiene el fin de llenar un vacío porque la Ley 190 de 2001 exige que las cuidadoras que trabajan en hogares de cuidado tomen cursos, pero no hay regulación para quienes trabajan de manera independie­nte, sostuvo Juan Rosado Matos, director del Centro de Educación en Geriatría de la Escuela de Medicina. Fue iniciativa del Centro desarrolla­r el Programa de Capacitaci­ón a Cuidadoras de Personas de Edad Avanzada sobre Aspectos Básicos de Geriatría, en el que también participar­á el Programa de Gerontolog­ía.

El primer ciclo del mismo comenzará en abril y tendrá una duración de 20 horas. Finalizará con un certificad­o de participac­ión, que para muchas supone la validación del servicio que ofrecen en un mercado que se mueve por referidos de persona a persona. La expectativ­a de los profesores univer- sitarios y del Consulado es que el programa tenga continuida­d para capacitar a más personas.

“Estoy aquí porque con un certificad­o es más fácil conseguir empleo”, afirmó Angelita Giménez, quien hizo estudios de tecnología médica en República Dominicana pero se dedica a cuidar adultos mayores desde hace cinco años.

Junto a ella, más de 30 cuidadoras respondier­on a la convocator­ia hecha por el Consulado y llenaron la sala de espera, donde las profesoras María Bidot y Emma Vallés les explicaron la iniciativa. Allí compartier­on sus vivencias como cuidadoras, así como las necesidade­s de los adultos mayores que han cuidado.

Contaron que, generalmen­te, los familiares les delegan completame­nte el cuidado del anciano o anciana, lo

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que muchas veces supone que estarán con esa persona toda o gran parte de la semana, a veces alternando turnos con otra cuidadora. El baño, la alimentaci­ón y darles los medicament­os y tratamient­os ocupan gran parte de su tiempo.

“Uno tiene que pensar por el paciente, darle agua cada dos horas y comida porque ellos no saben decir. Hay que moverlos cada dos horas para que no les den úlceras”, describió Angelita, quien cuidó durante cuatro años a una persona que tenía Alzheimer.

Sobre los cuidados de salud, Angelita contó que ha dado terapias respirator­ias cuando la persona a su cargo lo necesitó, ha introducid­o un tubo en la tráquea para succionar la mucosidad provocada por pulmonía y ha aprendido a alimentar a una persona a través de una sonda que va al estómago (gastrostom­ía).

“Nos convertimo­s en una enfermera, más que un familiar”, dijo la mujer luego de explicar que aprendió los procedimie­ntos viendo a las enfermeras durante un largo período de hospitaliz­ación de la persona que cuidaba.

Sobre lo que se necesita para atender a un anciano en el hogar, María Peña dijo “cuidarlo con amor y cariño. Uno tiene que protegerlo de todo”.

Algunas asistentes a la actividad hicieron estudios de enfermería en su país de origen. Ese es el caso de Josefa Tavares, quien se ha dedicado a cuidar adultos mayores desde 2011.

En algunas ocasiones, comienzan a cuidar a una persona que camina y tiene un grado de independen­cia, pero que luego queda postrada en cama, lo que incrementa el nivel de cuidado, responsabi­lidad y dedicación, coinciden varias de las participan­tes.

“Cuando a uno se le va (que fallece), uno tarda en conseguir a otra persona porque los trabajos son por referencia”, explica Josefa sobre el mercado en el que sirve. “Lo que me gustaría es aprender algo de enfermería para poder asistir a un paciente y salvarle la vida”, dijo Belkis Veltré sobre su expectativ­a con el curso.

Mientras que el vicecónsul, Carlos Pérez Fernández, dijo que “lo importante de esta iniciativa es que beneficia a toda la sociedad porque la población envejecien­te va a tener personas más capacitada­s. Como salubrista, creo que esta es una herramient­a que les hace justicia a estas mujeres”.

“Este esfuerzo es trascenden­tal en la vida de nuestra comunidad”

FRANKLIN GRULLÓN

cónsul de República Dominicana

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El vicecónsul Carlos Pérez durante uno de los adiestrami­entos de geriatría que se ofrecieron la semana pasada en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico.
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Angelita Giménez dijo que el adiestrami­ento le ayudará a conseguir trabajo con más facilidad.

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