Recuperando a Emilio R. Delgado
Durante años, la obra de Emilio R. Delgado ha quedado relegada a una nota al calce de nuestras recopilaciones literarias. Recuperado ahora gracias al trabajo investigativo de Ramón Luis Acevedo, quien también reunió su poesía, su figura surge singular e insustituible, tanto en su vida como en su literatura.
El desconocimiento de su obra podría deberse a que –tras unos inicios en Puerto Rico como poeta vanguardista en los años veinte- vivió y escribió en el extranjero. Su labor inicial aquí como editor de revistas, sin embargo, debió haberle garantizado una medida de aprecio. Revistas como “Vórtice” y “hostos”, que fundó y dirigió en 1927 y 1929 respectivamente, contaron con prestigiosos colaboradores del patio y con varios latinoamericanos, entre ellos los entonces jóvenes argentinos Nora Lange, Eduardo Mallea y Jorge Luis Borges, hazaña nada desdeñable para una pequeña revista caribeña en aquel (y cualquier) momento.
Su interés en editar revistas y periódicos continuó tras su traslado a España en 1931 después de haber permanecido por varios meses en la República Dominicana y en Cuba, donde se relacionó con los escritores vanguardistas de esa Isla y conoció a Federico García Lorca. De convicciones marxistas, Delgado colaboró en revistas y periódicos españoles, entre ellos “Octubre”, fundada por Rafael Alberti. Allí publicaría varios de los artículos reunidos en este libro, como un largo texto crítico de la generación del 98, que describe a sus integrantes –menos Valle-Inclán- como conservadores en sus ideas y en su retórica, que estima hueca, en favor de una “nueva” España.
En “Nuestra bandera” periódico de Alicante que dirigió durante la Guerra Civil (dirigiría luego “Mundo Obrero” en Madrid), publicó una entrevista dramática con el dirigente anarquista español, Buenaventura Durruti, hecha en el frente poco antes de la muerte de este y en medio del fragor de la batalla. “Desde nuestras miserables fortificaciones se veían trajinar moros con sus chilabas, dando saltos grotescos cada vez que nuestras balas les zumbaban”, escribe.
Se afilió, como muchos escritores españoles, a la Alianza de Intelectuales Antifascistas, donde conoció a Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y muchos más. De ese momento es su recuento de un acto celebrado en Madrid a favor de los presos políticos latinoamericanos y en contra del dominio yanqui de Puerto Rico. En esa ocasión –escribió Delgado en el artículo “Luis Pales Matos” publicado en “La Voz de Nueva York” en 1954- Lorca declamó poemas de Palés, entre ellos “Danza Negra”, que repitió a petición del público.
Delgado siguió ejerciendo el periodismo en Nueva York tras su fuga dramática de una prisión de Alicante y su huida no menos dramática de España. Lo avanzado de su pensamiento se descubre en artículos que reconocen el substrato indio en la cultura puertorriqueña, la falta de consciencia del prejuicio racial disimulado en nuestro trato social y la importancia de la obra de los puertorriqueños en Estados Unidos. Es de celebrar que su prosa elegante y sobria, abierta siempre al amplio mundo de la literatura y a los debates más contemporáneos de las Américas y de España salga ahora a la luz gracias a los esfuerzos del Dr. Acevedo. (CDH)