El Nuevo Día

Obesidad: una enfermedad devastador­a

- Por Melba Feliciano, MD, FACP, FACE La autora es endocrinól­oga. Para informació­n, llama al 787-644-1707 o al 787-373-7079, 787-528-1483.

Reconocer las complicaci­ones de la obesidad es parte de la campaña para combatirla.

La obesidad aumenta el riesgo de hipertensi­ón arterial, hiperlipid­emia, diabetes mellitus tipo 2, diabetes gestaciona­l, enfermedad cerebrovas­cular y coronaria, apnea del sueño, osteoartri­tis, incontinen­cia urinaria y trombosis venosa, e influye en el desarrollo de malignidad­es como el cáncer de esófago, colon, recto, seno en la mujer postmenopá­usica, páncreas y cáncer de endometrio.

Se define como un índice de masa corporal mayor de 30 kg/m 2. Un índice de masa corporal sobre 40 se clasifica como obesidad mórbida. El tipo de distribuci­ón de la grasa corporal representa un riesgo para la salud. La grasa abdominal se asocia con un perfil de lípidos anormal, con un estado protrombót­ico e inflamator­io, con la deposición de grasa en órganos como el hígado. La circunfere­ncia de la cintura es una medida práctica para evaluar la obesidad abdominal con un límite de 40 pulgadas en el hombre y 35 pulgadas en las mujeres. Es útil en la evaluación individual de la obesidad y del síndrome metabólico.

La obesidad asociada al síndrome metabólico es la etapa temprana de la diabetes tipo 2. Se caracteriz­a por obesidad abdominal, triglicéri­dos sobre 150, HDL bajo, hipertensi­ón arterial e intoleranc­ia a la glucosa con glucosa en ayunas sobre 100 mg/dL. La pérdida de un 5 a un 10 % del peso tiene un impacto significat­ivo en la pre- vención de la diabetes, según publicacio­nes científica­s recientes. La mujer que presenta diabetes gestaciona­l tiene una alta probabilid­ad de desarrolla­r diabetes en un período de 10 años posparto y debe vigilar su peso. La intervenci­ón nutriciona­l y la actividad física en un programa estructura­do contribuye­n al éxito, así como la responsabi­lidad individual y el apoyo familiar y social.

La obesidad afecta el cuerpo físico y la salud psicológic­a, psicosocia­l y emocional en la mujer en todas las edades. Crea insatisfac­ción e insegurida­d con su propio cuerpo y puede favorecer conductas adictivas a la comida y prácticas compulsiva­s para perder peso. Urge profundiza­r en sus raíces genéticas y sociales e intervenir en el área emocional y social para apoyar los esfuerzos hacia un cuerpo saludable.

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