Brillante encuentro del idioma español
El empeño cultural de Puerto Rico y su capacidad para seguir cultivando su idioma quedaron de manifiesto en el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), celebrado esta semana en San Juan en un marco de brillantez intelectual que también gen
Considerado uno de los mayores eventos culturales del mundo, el cónclave tuvo gran repercusión en el mundo académico y artístico. Realizado cada tres años, el Congreso de la Lengua, que ha tenido lugar anteriormente en México, España, Argentina, Colombia, Chile y Ciudad de Panamá, contó esta vez con la presencia de destacados escritores, científicos y académicos.
Dedicado al poeta puertorriqueño Luis Palés Matos, al español Pedro Salinas (enterrado en San Juan) y al nicaragüense Rubén Darío, el rico intercambio que propició sobre los cambios y la exposición de una lengua hablada por 470 millones de personas, y que otros 20 millones actualmente estudian como segundo idioma, ayuda a comprender incluso los cambios geopolíticos globales y la fuerza de las grandes olas migratorias.
Para el año 2030 el número de hispanoparlantes en el mundo alcanzará los 540 millones, siendo el tercer idioma con mayor contenido en Internet.
Coincide este Congreso en Puerto Rico con un momento en que el empuje del idioma español en los Estados Unidos adquiere una dimensión particular, de vasto alcance social. El español se erige, en algunos casos, como una forma de reclamar un espacio de dignidad y respeto hacia las raíces de los inmigrantes que contribuyen a la sociedad en que viven, tratando de preservar la esencia y calidez de sus costumbres.
Es precisamente ese el caso de la diáspora puertorriqueña, que lucha por mantener un lenguaje particular —entendiéndose por lenguaje música, comida, gestos—, defendiendo sus lazos con la Isla, salpicando de palabras autóctonas el inglés cotidiano, integrándose a la sociedad en que viven sin perder su personalidad.
La llegada de periodistas y escritores de diversos países, entre ellos dos premios Nobel: el francés Jean-Marie Le Clézio y el mexicano Mario Molina; un premio Cervantes, el chileno Jorge Edwards; y un premio Princesa de Asturias, en la figura del cubano Leonardo Padura, elevaron este encuentro a un nivel histórico.
Brillante y oportuno fue el discurso inaugural pronunciado por el gran escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, quien pidió a los que nos visitaban por primera vez que participen “en la desactivación del cliché”, lo que significa que nos miren a fondo, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, y que transmitan al mundo la realidad de la Isla tal como la perciben, con sus maravillas, sus claroscuros y sus contradicciones.
El debate no estuvo ausente del cónclave, aportado principalmente por el escritor Eduardo Lalo, quien reivindicó en una columna publicada en este diario y en un panel durante una de las jornadas del Congreso el lugar que Puerto Rico ocupa en Hispanoamérica.
Aun en medio de la crisis económica, de la incertidumbre que se vive, y de los días duros que se anuncian, el hecho de que el País haya hecho un esfuerzo por convocar y realizar con dignidad un encuentro cultural que rindió justo homenaje a la palabra y a la lengua, es motivo de esperanza y de orgullo.
Hay que congratular a los organizadores en Puerto Rico, así como a las instituciones que confiaron en la Isla para la celebración de este Congreso, entre ellas el Instituto Cervantes, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Estamos seguros de que, tras su encuentro en Puerto Rico, los distinguidos visitantes que nos acompañaron durante la semana comprenden mejor la realidad de nuestra hispanidad.