Las circunstancias del desastre
La crisis explicada en términos comprensibles
Aún estamos en “shock”. ¿Cómo es que nuestra isla, la estrella brillante del Caribe, se opacó en lo que parece un abrir y cerrar de ojos? ¿Cómo pasamos –sin transición aparente- de la prosperidad a la pobreza, de ser la meca de emigrantes de varios lugares del Caribe, a ser un lugar de donde salen miles en pos de mejor vida en otras partes? No hallamos explicaciones a pesar de los ríos de tinta gastados en ofrecerlas.
Este libro, que reúne las columnas periodísticas –sencillas y al punto- de un sociólogo puertorriqueño, es lo más cerca que hayamos leído de una explicación coherente sobre una trayectoria nacional que ha ido en picada durante décadas. Se dirige, además, a un público no especializado en cuestiones económicas. Tras una introducción que presenta “el colapso del proyecto de modernidad desarrollista” del ELA, que ha quedado “marginado de los circuitos de inversión, producción y consumo globales”, el libro se divide en cuatro secciones: “El colapso”; “Economía y globalización”; “Política” y “Sociedad y cultura”.
La Isla pasó en el siglo XX por cuatro crisis económicas paralizadoras. La primera fue la del azúcar, superada gracias a la política del Nuevo Trato, la bonanza de gastos en preparativos de guerra y el nuevo modelo de desarrollo implantado por el Partido Popular a base de la industrialización importada con exención contributiva. Al éxito de tal modelo contribuyeron esas exenciones avaladas por la sección 931 del Código de Rentas Internas federal, el acceso privilegiado de los productos de Puerto Rico al mercado de Estados Unidos y la no aplicación a la Isla del salario mínimo.
Empezamos a perder competitividad cuando en los setenta surgió la política de libre comercio continental que eximía a muchos países de los aranceles sobre las importaciones a Estados Unidos y cuando se aplicó a Puerto Rico la ley del salario mínimo federal. Surgió entonces la alternativa de establecer un complejo petroquímico en el Sur. Fue de corta duración por razones fuera de nuestro control: la crisis mundial del petróleo y el embargo de la OPEP.
El nuevo motor de desarrollo fue la enmienda de la Sección 931 del Código de Rentas Internas de Estados Unidos que se convirtió en la 936. La medida estimuló el establecimiento aquí de compañías farmacéuticas. Sus ganancias permanecerían en la Isla por un tiempo para luego retornar, libre de impuestos, a Estados Unidos. Ese beneficio desapareció debido a presiones conjuntas del gobierno de Estados Unidos y del partido –y el gobiernoentonces en el poder: el PNP bajo Pedro Rosselló. Ante el colapso, nos quedamos sin opciones y sin un plan de desarrollo independiente de circunstancias fuera de nuestro control.
La crisis actual se agrava por la ingobernabilidad de los ciudadanos y el mal gobierno de los políticos. Ambos polos interactúan: ante la irresponsabilidad fiscal y la corrupción de las sucesivas administraciones, además de la actitud de una clase política que se sirve del gobierno en vez de servir a los gobernados, estos le han perdido el respeto a las instituciones políticas.
¿Cuál es, pues, nuestra realidad? ¿Cuál nuestro futuro? Somos un país del Tercer Mundo con una apariencia –basada en nuestra constitución jurídica - de Primer Mundo. “Tenemos los instrumentos y la tecnología del primer mundo con la capacidad organizativa, educativa y logística del Tercer Mundo”, escribe Pantojas. Las alternativas posibles suponen asumir esa realidad, que responde a la “...de las economías pequeñas de un archipiélago”. Nos ayuda nuestra localización. También nuestra pertenencia al TLCAN (Tratado de libre comercio de América del Norte), con acceso a los mercados de Canadá y México. Una posibilidad sería establecer empresas conjuntas con esos países con miras al mercado caribeño. “En vez de cabildear en el Congreso la concesión de ventajas contributivas para las empresas transnacionales de manufactura”, propone Pantojas, “por qué no se cabildea para lograr una autonomía comercial que permita a Puerto Rico establecer tratados comerciales bilaterales con otras islas del Caribe o que se declare a la isla una zona franca para el comercio regional y para el establecimiento de empresas de investigación y desarrollo que transfieran tecnologías al Caribe”.
Este libro logra explicarnos, en líneas generales, las circunstancias que nos han conducido a la crisis. Lo hace con palabras sencillas, exponiendo los conceptos con claridad y adelantando ideas esperanzadoras para un futuro en que Puerto Rico se adapte mejor a los nuevos paradigmas económicos.