El Nuevo Día

Majestuosa.

Este inmenso complejo abarca distintos edificios y está ubicada en el centro de Praga.

- Por Guillermo Pérez Rossel El País, Uruguay/GDA

La Biblioteca Clementinu­m sorprende por su elegante y lujosa decoración.

Mientras los fuegos de la Inquisició­n todavía ardían, en Praga y en el siglo XVI, los jesuitas construyer­on la biblioteca más hermosa del mundo. No hay discusión, habrá más grandes o con más valiosos tesoros bibliófilo­s, pero linda como esta, no hay ninguna.

En realidad, el Clementinu­m es un complejo académico que domina la formidable biblioteca y su Torre de Astronomía, aunque en sus inicios la construcci­ón albergó únicamente al colegio jesuita de la ciudad. En 1773, en lo que hoy es la República Checa, la orden también fue disuelta y el complejo le fue dando prioridad a la biblioteca, sin abandonar su finalidad educativa.

Aquí trabajaron figuras cumbres de la astronomía como Tycho Brahe y su alumno Johannes Kepler, quienes utilizaron para sus investigac­iones, la Torre Astronómic­a de este complejo. Tiene 223 pies de altura y en su punto más alto puede verse la figura del Atlas transporta­ndo a una esfera celeste. PRAGA TE CAMBIARÁ TU VISIÓN DEL MUNDO

Ahora, ten cuidado de que esta torre y la otra atracción del complejo, la Capilla de los Espejos, te quiten tiempo como para ir a asombrarte en la Bibioteca del Clementinu­m, que está medio escondida por esta capilla. La sala de lectura, que está en la planta baja, era inicialmen­te el comedor del colegio de los jesuitas.

Te invito a que explores, a que mires con religioso respeto a los volúmenes incunables y que te animes a solicitar un ejemplar, pues contra toda lógica, confiando solo en la cultura de la gente, no hay que ser estudiante del complejo, ni ciudadano de la República Checa, para solicitar un libro para su lectura en esta sala, basta con ser mayor de 18 años.

Una extraordin­aria curiosidad la puedes encontrar en la Sala Meridian, donde un pequeño orificio permite entrar un rayo concentrad­o de luz solar, que va recorriend­o las paredes y el piso, hasta en- contrarse en el exacto mediodía astronómic­o de Praga, con una cadena que lo divide en dos partes iguales. Hasta 1918, cuando eso ocurría, en el Clementinu­m izaban una bandera a cuya vista, los artilleros del Castillo de Praga disparaban un cañón para decirle a los vecinos que eran exactament­e las doce del mediodía. Para informació­n sobre este destino, consulta a tu agente de viajes.

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