El Nuevo Día

Clase de historia para Trump

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Las continuas declaracio­nes y amenazas del señor Donald Trump sobre inmigrante­s, no solamente son ofensivas e ignorantes, también son algo inciertas e irresponsa­bles. Así que démosle a este hijo pródigo una lección de educación de historia de los Estados Unidos.

La migración hacia los Estados Unidos no era nada nuevo excepto para los indios nativos americanos. Sin embargo, ésta alcanzó su pico de 1880 a 1920, la llamada “vieja inmigració­n” de miles de irlandeses y alemanes hacia el Nuevo Mundo.

Arribando en grupos, estos contribuye­ron a una mayor diversidad étnica en la población del llamado Nuevo Mundo. Muchos venían de la parte sur y oriental de Europa y algunos venían de lugares tan lejanos como Asia. Una nueva epidermis, nuevos lenguajes y nuevas religiones confrontar­on el ya diverso mosaico americano.

Pero anteriorme­nte ya habían llegado millones. Durante el tiempo en que la Estatua de la Libertad hizo ademán de libertad a “masas amontonada­s anhelando respirar libre”, la diversidad americana proliferó. Cada uno trajo fragmentos de una vieja cultura e hizo aportes a una nueva. Aunque muchos de estos inmigrante­s juraron hasta la muerte mantener sus viejas costumbres, tradicione­s y formas de vida, sus hijos no estuvieron de acuerdo. Éstos se adaptaron rápidament­e a un mejor nivel de vida que al de sus padres, aprendiero­n inglés fácilmente y absorbiero­n el estilo de vida americano. Al menos a ese grado, América era un crisol de culturas.

Todos los ciudadanos de Estados Unidos, directa o indirectam­ente, están vinculados a una genealogía de inmigrante­s y su travesía a través del Océano Atlántico, que los trajo a América en busca de libertad. En busca de prosperida­d o por desesperac­ión, atraído por ímpetu o por elección, legal o ilegal, todos somos inmigrante­s, ya que ni señor Trump, ni ninguno de nosotros somos descendien­tes de los indios nativos americanos. Manny Meléndez, San Juan

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