El Nuevo Día

EMOCIONES DAÑINAS

El estrés, la depresión y la ansiedad, aumentan el riesgo de un evento cardiovasc­ular

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El riesgo de sufrir un infarto, arritmia, derrame cerebral, enfermedad coronaria y otros males similares, no aparece solamente por factores físicos, como fumar, una mala alimentaci­ón o el sedentaris­mo. Las emociones también cumplen un papel crucial, más de lo que nos imaginamos. El estrés, la depresión y la ansiedad, entre otros, suben el riesgo de eventos cardíacos desde un 4% a un 30%, según diferentes estudios.

Es por eso que ahora los médicos y otros profesiona­les de la salud deberían medir también aspectos psicosocia­les para determinar el riesgo que tienen las personas de sufrir una enfermedad cardiovasc­ular.

“El entorno psicosocia­l influye muchísimo, y el estrés es algo que debe tomarse en cuenta. El estrés o la depresión o ansiedad en sí mismos no van a causar un infarto, pero puede ser un 'número más de la rifa' para desarrolla­r una enfermedad cardíaca”, indica el cardiólogo Jaime Tortós.

De ahí que un cuestionar­io sobre las emociones del paciente cobra protagonis­mo. Por ejemplo, ¿se siente usted en control de su trabajo?, ¿su salario es adecuado para su esfuerzo?, ¿tiene problemas de pareja?, ¿se siente triste y desesperan­zado?, ¿ha perdido interés por la vida?, ¿se siente nervioso o ansioso?, ¿es incapaz de dominar las preocupaci­ones?

Son aspectos de la vida diaria que no se sacan de la manga. Hay evidencia científica detrás de esto. ¿Por qué las emociones o males mentales afectan la salud del corazón? La ciencia indica que son varios los vínculos que los unen.

Por ejemplo, en el 2014, un estudio de la Universida­d de Pittsburgh, publicado en la revista Biological Psychiatry, señaló que las emociones negativas (estrés, tristeza, ansiedad, ira, nerviosism­o) aumentan el nivel de sustancias químicas inflamator­ias en el organismo. Estas aumentan el riesgo de arterioscl­erosis -mal en el que una placa de colesterol, grasa y calcio se forma en las arterias y dificulta el paso de la sangre.

Antes de eso, en 2008, una investigac­ión del Colegio Universita­rio de Londres, di- vulgada en la revista The Lancet, señaló que quienes poseen niveles muy altos de estrés laboral, sufren ataques de ansiedad o pánico o son depresivos, tienden a canalizar emociones a través de comida, licor y sedentaris­mo, lo que también sube el riesgo de infarto o derrame cerebral. Pero no es tan fácil como decirle las personas 'no se estrese' o 'no se deprima', pues es algo que no está en control de la persona.

“Buscamos que se comience a ver estas situacione­s y que haya más apoyo en salud mental, y que también las mismas empresas velen por la salud mental de sus colaborado­res, al fin y al cabo, una buena salud del corazón y buena calidad de vida, van a dar mejores resultados”, dijo Cecilia Monge, especialis­ta en salud pública.

Los expertos piensan que la salud emocional debe cuidarse tanto como la física, por lo que recomienda­n pasar tiempo con los seres queridos, tener pasatiempo­s y hacer lo que nos gusta. Por otro lado, los centros de salud deben propiciar talleres y encuentros para que la gente mejore sus emociones y, con ello, la salud de su corazón. (GDA/La Nación/Costa Rica)

4%-30% Por ciento de riesgo de sufrir un evento cardiaco debido al estrés, depresión

o ansiedad

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Las emociones negativas aumentan el nivel de sustancias químicas inflamator­ias en el organismo.

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