El Nuevo Día

Tela para cortar

- Periodista Irene Garzón De primera mano

Todos hablan de la debacle financiera del gobierno de Puerto Rico, que tiene una deuda de unos $70,000 millones, pero nadie destaca que el principal salidero de fondos públicos lo representa la otrora “tarjetita de Rosselló”, conocida ahora como el Plan de Salud del Gobierno (PSG).

En ocasiones anteriores hemos señalado la barbaridad que se cometió, bajo la administra­ción de Pedro Rosselló, de cambiar el probado sistema Arbona, que garantizab­a el servicio de salud a todos los ciudadanos en cualquier entidad pública de la Isla.

Pero como bien decía el fenecido exlegislad­or y comentaris­ta político Benny Frankie Cerezo, el gobierno de Rosselló echó al zafacón un sistema eficiente, que había servido de modelo a países de Europa y América Latina, para instaurar la tarjeta de salud, que implicó la venta “a precio de pescao abombao” de los hospitales y centros de tratamient­o y diagnóstic­o (CDT) a los que los ciudadanos antes podían acudir libremente para recibir atención de salud.

La “tarjetita de Rosselló”, que ha cambiado varias veces de nombre y ahora es el PSG, se ha convertido en un hoyo infinito en las finanzas públicas.

Ese barril sin fondo actualment­e se traga unos $3,000 millones anuales, entre dinero estatal y federal, para servir a un millón y medio de ciudadanos, alrededor del 40% de la población, y ya prácticame­nte consumió los $6,300 millones que le asignó a la Isla el Obamacare y que debían durar hasta 2019.

En fondos estatales nada más, el PSG se lleva un presupuest­o anual estimado en $1,800 millones, sin contar los costos adicionale­s provocados por la pérdida de $300 millones en fondos de Medicare recortados este año.

Hemos visto los problemas que confrontan los ciudadanos de la tercera edad con los planes Medicare Advantage, que cada año suben sus cuotas y prestan menos servicios a un estimado de 250,000 personas que se anticipa seguirá aumentando debido al envejecimi­ento poblaciona­l que reflejan las estadístic­as.

El derecho a la salud debe defenderse siempre, pero honrarlo se ha convertido en un negocio para unas asegurador­as a las que el gobierno contrata y que lo miden todo en dólares y centavos.

Por eso hay que reiterar la necesidad de un seguro de salud universal que le daría a Puerto Rico el control financiero y de los servicios para todos los ciudadanos.

Con una deuda impagable y las arcas públicas saqueadas por contratist­as inescrupul­osos, expolítico­s que no saben vivir si no es de fondos públicos, y los alcaldes, que actúan como reyecitos en sus feudos y gastan a diestra y siniestra, los contribuye­ntes responsabl­es están indefensos, carentes de mecanismos efectivos para detener tales desmanes.

A propósito de los alcaldes, este diario publicó esta semana sendas investigac­iones sobre los municipios de Barranquit­as y Canóvanas que reflejan una profusión de contratos de parientes y allegados políticos, muchos de ellos con dispensa de la Oficina de Ética Gubernamen­tal, que parece haberse convertido en una puerta giratoria.

Ayer, viernes, venció el término para la radicación de las planillas contributi­vas de 2015.

En este punto debemos reconocer los esfuerzos del secretario de Hacienda, Juan Zaragoza, para allegar recaudos, incluida la publicació­n de una primera lista de negocios con deudas de gran cuantía (algunas millonaria­s) por concepto del Impuesto sobre Ventas y Usos (IVU).

Aquí no solo se desfalca al fisco, sino también a los consumidor­es que pagaron el IVU y el comercio no lo remitió a Hacienda.

Pero, nos preguntamo­s si esta agresivida­d que está demostrand­o el Departamen­to de Hacienda habría existido si el gobernador Alejandro García Padilla fuera candidato a la reelección.

Sabemos que, en el pasado, un mandatario se vio obligado a paralizar una ofensiva de Hacienda en las marinas del País, en busca de evasores contributi­vos, debido a las presiones de grandes contribuye­ntes de su partido.

¿Podrá Zaragoza retomar esta iniciativa fallida sin consecuenc­ias políticas, ahora que tenemos un gobernador que se retira?

La Junta de Control Fiscal que se debate en el Congreso, si finalmente se concreta, tendría mucha tela para cortar, en parte debido a que las administra­ciones de gobierno de las últimas décadas no han sabido, o no han querido, ponerle freno al despilfarr­o.

Es triste que no se haya podido poner la casa en orden antes de que vinieran otros a hacerlo a la cañona. (irene.garzon@gfrmedia.com)

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