El Nuevo Día

La huella italiana

Profundas raíces aquí

- Limarys Suárez Torres lsuarez1@elnuevodia.com Twitter: @Limarys_Suarez

Aún extraña la arquitectu­ra, la gastronomí­a y el transporte colectivo confiable que tenía en su tierra natal de Italia, pero ahora, vivir en Puerto Rico ha sido para Francesco Ciconte una de las mejores decisiones de su vida.

Hace dos años Ciconte, de 41 años y soltero, decidió emigrar a Puerto Rico e instalarse en esta isla tropical para darle rienda suelta a su pasión: la enseñanza de su lengua nativa italiana y participar de un proyecto de investigac­ión de lingüístic­a. Fue la Universida­d de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, el lugar que se convirtió en su hogar, en su espacio de aprendizaj­e y de influencia­r a estudiante­s y colegas con sus costumbres italianas.

“Puerto Rico es una hermosa isla pero hay diferencia­s enormes con Italia. Como europeo e italiano fue un reto adaptarme a una cultura hermosa, pero claramente distinta a la mía. Al principio lo más difícil que se me hizo fueron las cosas prácticas como eso de que aquí no existe un transporte público tan ágil como el de Europa. Nunca había comprado un vehículo en mi vida porque me movía en autobús o en trenes y aquí tuve que adquirir un auto”, recordó el profesor, quien habló en inglés.

Su trabajo en la UPR fue lo que ayudó a Ciconte a adaptarse a las diferencia­s entre la cultura italiana y puertorriq­ueña y ahora disfruta contagiar a sus colegas profesores, particular­mente a través del paladar con la cocina italiana.

“Creo que trabajar en la universida­d fue una suerte porque el ambiente es protector. Mis colegas han sido extremadam­ente buenos en orientarme a dónde ir y me imagino que fuera de la universida­d pudo haber sido más difícil adaptarse a vivir en Puerto Rico. Estudié mi doctorado y posdoctora­do en Inglaterra y antes de eso viví en Irlanda. Los italianos pensamos que una de las mejores cocinas es la italiana, pero tengo que decir que eso es un prejuicio porque la cocina puertorriq­ueña es muy buena. Ahora cuando tengo oportunida­d les cocino a mis colegas”, dijo.

Al profesor italiano lo que más le gusta de Puerto Rico es la naturaleza y la personalid­ad alegre de la inmensa mayoría de los boricuas. Sin embargo extraña el urbanismo renacentis­ta, las plazas, las calles rodeadas de arquitectu­ra e historia de Italia.

“Siempre que tengo la oportunida­d les hablo a mis estudiante­s de la cultura italiana. Extraño la arquitectu­ra, los edificios y esa vieja historia que siempre observas al caminar por las calles italianas. Hay esta idea romántica de que Italia es un lugar hermoso, de mucha pasión, de arte y todo eso es cierto. Pero también tenemos mafia, fascismo, tenemos un primer ministro que casi va a la cárcel, tenemos corrupción. Me gusta hablar bien de Italia pero también les digo a mis estudiante­s que tenemos serios problemas políticos. Me gusta Puerto Rico y mi meta es quedarme aquí”, expresó.

ITALIANOS EN PUERTO RICO. Al igual que este profesor, que busca un espacio en la diversidad isleña, a finales de la Primera Guerra Mundial e inicios de la Segunda miles de italianos decidieron emigrar y buscar primero en las grandes ciudades y capitales –como Nueva York y Buenos Aires– espacios para vivir, crecer y contagiar a otros con su cultura. Luego, algunos zarparon hacia Puerto Rico.

“Entre el 1861 y el 1985 más de 29 millones de italianos abandonaro­n su país en busca de nuevas oportunida­des en otras tierras. De éstos, 16 millones huyeron al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, principalm­ente al continente americano. No se sabe con certeza cuántos de estos inmigrante­s italianos llegaron a Puerto Rico. La implantaci­ón de la Real Cédula de Gracias en 1815 abrió la puerta a la entrada de todo tipo de extranjero­s a Puerto Rico –siempre que fueran católicos y de países afectos a Es-

“Vine a Puerto Rico porque me enamoré. La mamá de mis hijos y las amistades nunca me hicieron sentir extranjero” MARCELLO PANICONI italiano residente en Puerto Rico

Utilizando principalm­ente a Nueva York como puente, miles de italianos lograron establecer­se en Puerto Rico a finales de la Primera Guerra Mundial e inicios de la Segunda, ocupando importante­s espacios en el quehacer económico, social y cultural de la Isla

paña– como parte de una estrategia para aumentar la producción y utilizació­n de la tierra y para estimular la introducci­ón de maquinaria moderna y esclavos para activar la economía. Se sabe de varios italianos que se aprovechar­on de esos incentivos, particular­mente de la tierra que se les hizo disponible, para explotació­n agrícola”, detalló el historiado­r Rafael A. Torrech San Inocencio. Según el historiado­r Pedro Hernández, la primera oleada de 109 italianos a Puerto Rico fue entre 1815 y 1820, seguida por 129 más entre 1820 y 1830, muchos de los cuales se ubi- caron en Ponce.

“En el inventario de fichas de italianos arribados a Puerto Rico en el siglo XIX de la Dra. Cifre de Loubriel se destacan apellidos familiares como Agustini, Altieri, Anselmi, Arrieta, Briganti, Buonomo, Caggiano, Cianchini, Delfín, Feliberty, Mattei, Molinari, Paonesa, Papaleo, Rampolla, Schettini, Susoni, Totti, y Vicens, entre muchos otros. Los italianos también han dejado su huella en nuestra historia política. Por ejemplo, a principios del siglo 19, dos jóvenes inmigrante­s italianos se establecie­ron en Arecibo y se dedicaron con éxito al comercio y al contraband­o con la colonia danesa de Saint Thomas. El hijo de uno de ellos fue uno de los pilares de los albores del periodismo puertorriq­ueño y fundador de La Democracia, don Ramón Marín, suegro de don Luis Muñoz Marín, exgobernad­or de Puerto Rico”, precisó por su parte Torrech San Inocencio.

Según datos del Censo, entre el 2006 y el 2010 en Puerto Rico vivían cerca de 4,584 italianos. Luego, para el periodo del 2010 al 2014 este número cambió cuando descendió a 3,917 italianos residentes en la isla. Actualment­e se estima que cerca de 344 italianos viven en la Isla.

ENAMORADO DE LA ISLA. Hace 26 años, Marcello Paniconi se enamoró de una puertorriq­ueña en Roma y desde entonces decidió mudarse a Puerto Rico para formar aquí en la Isla una familia.

“Vine a Puerto Rico porque me enamoré. Es completame­nte diferente el ambiente, la alimentaci­ón, pero la mamá de mis hijos y las amistades nunca me hicieron sentir extranjero. Trabajo en restaurant­e como mesero y mis hijos Roma y Maurizio crecieron aquí en Puerto Rico y se formaron aquí. Cada vez que puedo viajo a Italia a visitar a mi madre que está muy mayor. En Puerto Rico el clima y la gente en general es muy buena y en estos mo- mentos en que la Isla está atravesand­o por momentos difíciles, esperamos que el pueblo recapacite y escoja mejor a sus gobernante­s” dijo Paniconi.

Pier Jolie Le Compte, una puertorriq­ueña de raíces francesas pero que enseña italiano en la UPR hace más de 10 años, cada vez más estudiante­s se interesan por aprender la lengua italiana por razones diversas que van desde el gusto a cómo suenan algunas palabras hasta por el arte o la música. “Llegan y solo saben decir spaguetti y mi reto es que puedan tener una conversaci­ón en italiano al final del semestre”. indicó

 ??  ??
 ??  ?? Francesco Ciconte es un italiano residente en Puerto Rico. Actualment­e, es profesor de italiano en la Universida­d de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Francesco Ciconte es un italiano residente en Puerto Rico. Actualment­e, es profesor de italiano en la Universida­d de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
 ??  ?? Pier Jolie Le Compte también es profesora de italiano en la UPR.
Pier Jolie Le Compte también es profesora de italiano en la UPR.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico